
Maduro es un revolucionario
socialista que modificó su formación ortodoxa original para sumarse al
heterodoxo huracán de la revolución bolivariana. Es un hombre de izquierda que
llegó al poder sin abandonar sus principios. Un colaborador fiel de Hugo Chávez
que se ha hecho a sí mismo, y que hoy está al volante de uno de los procesos de
transformación más profundos de Latinoamérica.

En 1967 Maduro asistió con
sus padres a los mítines del Movimiento Electoral del Pueblo, escisión de
izquierda de AD, y un año más tarde a los masivos y populares actos de apoyo a
la candidatura de Luis Beltrán Prieto Figueroa. En esa campaña Maduro conoció
el mundo de la pobreza, de las casas de cartón. Y, por primera vez, habló en
público, cuando su padre lo puso sobre el techo de un automóvil con un
micrófono.

Lejos de curarse con el paso
del tiempo, su precocidad política aumentó. De 12 años de edad y siendo
estudiante del Liceo, comenzó a militar a escondidas de sus padres en el
movimiento Ruptura, estructura abierta del proyecto revolucionario de Douglas
Bravo. La efervescencia juvenil era el signo de la época. A partir de entonces
participó ininterrumpidamente en luchas barriales, en la formación de
cineclubes, en movimientos sindicales y en conspiraciones populares armadas.
Bajista del grupo de rock
Enigma, vio cómo muchos jóvenes de su generación en los barrios se engancharon
en el mundo del dinero fácil, de la cultura de las drogas, se volvieron adictos
y fueron asesinados en las guerras de bandas. La experiencia lo marcó de por
vida.
Nicolás Maduro, al igual que
Hugo Chávez, es un gran jugador de beisbol –tercera base–; sin embargo, a
diferencia del comandante, que era pésimo bailarín, se defiende razonablemente
bien a la hora de bailar salsa.
La participación en
movimientos populares fue su universidad. Como muchos otros integrantes de su
generación, su formación intelectual está directamente asociada a su
involucramiento en la lucha revolucionaria y de masas. Estudió a los clásicos
del marxismo y analizó e interpretó la realidad venezolana a la luz de sus
enseñanzas. Dotado de una extraordinaria capacidad de aprendizaje, ha sido
simultáneamente autodidacta y dirigente instruido por años de participación
política organizada. Hasta el triunfo del chavismo sufrió regularmente
persecución policiaca, y vivió, literalmente, a salto de mata.
Participó en la Organización
de Revolucionarios y en su expresión abierta, la Liga Socialista, agrupación
revolucionaria marxista, nacida de un desprendimiento del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria. Su fundador, Jorge Rodríguez, fue asesinado por los
servicios de inteligencia en 1976. Maduro se destacó allí como brillante
organizador y agitador político de masas.
En 1991 entró a trabajar en
el Metro de Caracas. Echado para adelante, afable, comprometido con los
intereses de los trabajadores, carismático, fue elegido por sus compañeros como
su representante gremial. Su vocación por un sindicalismo democrático y de
clase provocó que con frecuencia fuera sancionado por la empresa. Del caracazo
de 1989 conserva en la memoria el desgarrador sonido de los lamentos
permanentes de los pobres en las calles, a quienes les mataron a sus parientes.
Maduro conoció a Hugo Chávez
como la mayoría de los venezolanos: lo vio en televisión cuando éste asumió su
responsabilidad en el levantamiento militar de 1992. Más de un año después, el
16 de diciembre de 1993, lo conoció personalmente en la cárcel, junto a un
grupo de trabajadores. El teniente coronel le dio el nombre clandestino de
Verde y lo responsabilizó de diversas tareas conspirativas. Cuando Chávez salió
libre, en 1994, Maduro se volcó de tiempo completo a la organización del
movimiento.
El hoy presidente encargado
fue parte de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 que redactó la nueva
Constitución. Un año después fue electo diputado a la Asamblea Nacional. En
enero de 2006 fue nombrado presidente del Poder Legislativo y pocos meses
después renunció para ser ministro de Relaciones de Exteriores. Como canciller
fue actor central en la apuesta por construir un mundo multipolar, impulsar la
integración latinoamericana y construir la paz. De allí pasó a ser
vicepresidente y, desde hace unos días, presidente encargado.
Maduro está casado con la
abogada Cilia Flores, nueve años mayor que él. Figura relevante del chavismo,
ella ha sido, por méritos propios, presidenta de la Asamblea Nacional, vicepresidenta
del PSUV y procuradora de la República. Tiene un solo hijo, el flautista
Nicolás Ernesto, y un nieto.
Escogido por Hugo Chávez
como su heredero político, Nicolás Maduro enfrentó este 14 de abril la prueba
de las urnas. Salió victorioso con votos y ahora tiene el reto de ser el nuevo
conductor de la revolución bolivariana, y continuar el legado del comandante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario