Con vistoso desfile cívico-militar
EL AÑO BICENTENARIO CERRÓ EN PORTUGUESA CON LA
BATALLA DE ARAURE
Araure, ciudad llanera, capital del municipio Araure, del estado
Portuguesa, centrocidente de
Venezuela, cerró
ayer(jueves) 5 de diciembre el año bicentenario, con un vistoso
desfile cívico-militar
que desbordó la céntrica avenida Bicentenaria.
Fue la batalla, donde Simón Bolívar, abrazado cuerpo a cuerpo con el
pueblo, enfrentó al ejército español alcanzando una importante victoria ante los jefes
realistas José Ceballos
y José Antonio Yáñez.
El desfile partió
desde el campo de batalla, del 5 de diciembre de 1813, con la participación de más de 6 mil
personas, entre civiles y militares.
Correspondió al gobernador de Portuguesa, Wilmar
Castro Soteldo, presidir los actos, acompañado por el comandante general del Ejército
Bolivariano, Alexis López Ramírez y demás integrantes de las
fuerzas vivas de la región así como representantes de diversos organismos del
Estado nacional.
El evento se inició con la escenificación de la Batalla de Araure, a cargo
de más de 4 mil niños de Educación Primaria del municipio Araure, quienes tras un trabajo de investigación, sobre los
pasajes y hechos de esta lucha combinaron teatro, danza y poesía, en una
muestra cultural-histórica que rindió
tributo al Ejército patriota que hace 200 años venció a las tropas realistas en
territorio portugueseño.
En horas de la
mañana, Araure fue decretada por Castro Soteldo como la capital del estado
Portuguesa por un día, en honor a la lucha cuerpo a cuerpo que libró Simón
Bolívar en esta jurisdicción para
trazar el inicio de la independencia de Venezuela y de otros pueblos de
Suramérica.
El Ejército libertador venía de una derrota en tierras larenses el 10 de
noviembre de 1813, retirándose a Carabobo para reorganizarse, luego trasladándose a San
Carlos donde terminó de concentrar una fuerza de 3 mil combatientes, divididos
en cuatro batallones con la intención de atacar las fuerzas realistas
concentradas en Araure.
En esta ciudad, se habían reunido los jefes españoles para proyectar
estrategias castrenses, Bolívar al enterarse de estos planes y de la presencia de las fuerzas
imperiales, deja a San Carlos y al atardecer del 3 de diciembre, tomó el
poblado de Agua Blanca, donde pasaría la noche. En el amanecer del 4 de diciembre, Bolívar acampó en las
inmediaciones de Araure, cerca del río Acarigua, para estar
dispuestos a la cometida en cuanto se presentara la ocasión.
El 5 de diciembre
de 1813, realistas y patriotas estaban dispuestos a medir sus fuerzas y se daba
la batalla de Araure, donde el
Ejército patriota tomó venganza de derrota en “Tierra Blanca” en Barquisimeto.
En la batalla
librada en tierras llaneras, que se escenificó en el paraje conocido como “La Laguna de los Muertos”
las fuerzas patrióticas
derrotaron por completo a las tropas imperiales en las inmediaciones de la
ciudad de Araure.
En el campo los enemigos dejaron 500 muertos, entre 300 y 800 prisioneros, 10 cañones, 1.000 fusiles, 6 sacos de plata y 5
banderas. Una de ellas, el orgulloso estandarte de Numancia, que fue entregado
por Bolívar al Batallón Sin Nombre, comandado
por Florencio Palacios, bautizándole con el título de “Vencedor de Araure”.
El triunfo del Gigante Hugo Chávez
Hace 15 años un huracán revolucionario sepultó al
puntofijismo neoliberal
Este 6 de diciembre se
cumple 15 años de la primera victoria electoral de la Revolución Bolivariana.
El triunfo del candidato Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de 1998
significó el fin del neoliberalismo bipartidista de AD y Copei, partidos que se
repartieron el poder durante 40 años con un saldo de miseria y exclusión en la
población.
Hugo Chávez lanzó su
candidatura el 22 de abril de 1997 y tras ratificar la lucha en la calle, junto al pueblo, anunció la
creación de una "poderosa estructura político-electoral", publicó el
diario El Nacional en
ese año.
Luego, el 30 de julio de 1997,
Chávez registra en el extinto Consejo Supremo Electoral el partido Movimiento
Quinta República e integró a los movimientos populares y partidos de izquierda
en una alianza denominada el Polo Patriótico.
En sus discursos, el líder de la
rebelión militar del 4 de febrero de 1992 enfatizaba que el país estaba
gobernado por "cúpulas podridas de un cuadro político carcomido por la
corrupción".
El candidato Chávez prometió no privatizar
Petróleos de Venezuela, S.A (Pdvsa), refundar el país mediante una asamblea
constituyente y, sobre todo, desarrollar un modelo económico basado en el
humanismo, en función de las necesidades de la gente.
En la última década del siglo
pasado, Venezuela estaba sumergida en una ola de privatizaciones de sus
recursos y activos a través de la voracidad neoliberal que imperaba en las
políticas públicas aplicadas por el último presidente de la IV República,
Rafael Caldera, en detrimento del pueblo que sufrió con el alza de los precios
de los bienes y servicios (agua, luz, transporte, gasolina, educación,
alimentos, telefonía, etc).
Telecomunicaciones, aluminio, acero,
turismo, bancos y puertos era algunos sectores estratégicos de la nación
entregados a la privatización, en cumplimiento con los acuerdos firmados entre
el gobierno de Caldera y el Fondo Monetario Internacional.
Chávez empezó su camino
a la presidencia con 10% de apoyo en las encuestas en febrero de 1998, pero ya para
septiembre de ese mismo año todas las empresas de opinión pública lo ubicaban
en el primer lugar de las preferencias con más del 50%, precisó
el libro Cronología de
la Una Implosión, de Teresa Maniglia e Ingrid Carvajal Arroyo.
La clase política del momento,
surgida con el pacto de Punto Fijo firmado en 1958, empezaba a tambalear y sus
candidatos perdieron apoyo hasta de sus propios partidos. Faltando pocos días
para las elecciones presidenciales, Copei abandona a su suerte a su candidata
Irene Saenz y Acción Democrática (AD) expulsa de sus filas a su aspirante, Luis
Alfaro Ucero.
Como un último intento por
"salvar" el agonizante sistema puntofijista, AD y Copei se unen para
apoyar a Henrique Salas Romer, empresario representante de los intereses de la
burguesía, quien prometía continuar con la privatización masiva del país, pese
al 85% de pobreza campeante causado por las medidas neoliberales.
La guerra sucia no pudo
con el huracán
Ante la inminente victoria popular,
el candidato Chávez afrontó resistencias por parte de sectores privilegiados en
la IV República, principalmente desde las empresas privadas de comunicación.
En declaraciones publicadas en el
diario Ciudad Caracas,
la periodista Isbemar Jiménez, quien cubrió la campaña en 1998, recordó cómo la
mayoría de los medios privados se dedicaban a darle cobertura a Chávez,
"pero no a la actividad de campaña, sino a descalificarlo ", dijo.
Alcides Castillo, periodista de la
fuente electoral de la época, también rememoró que al candidato los medios de
comunicación le dedicaban poco espacio. "Fue una campaña brutal y feroz
contra Chávez", dijo.
Por otro lado, las amenazas de muerte hacia el
abanderado del MVR crecieron antes y durante la campaña electoral. Los
responsables eran "elementos aventureros del ámbito policial y
especuladores económicos", advirtió en ese entonces el
comando de campaña del Polo Patriótico, citó el libro Cronología de la una Implosión.
En busca de mermar el apoyo popular
al líder revolucionario, los adecos difundieron en los medios una pieza de
propaganda en la cual se le atribuye la supuesta afirmación de Chávez sobre
"freír" a los adecos. El locutor de la pieza, Gonzálo Cubelo, dijo
luego que fue engañado para grabar la cuña.
Luego los mismos medios,
atribuyéndole la declaración al economista Iván Pulido, le inventaron a Chávez
una supuesta falta de cordura. El mismo Pulido declaró luego la falsedad de esa
acusación y ratificó que formaba parte de una campaña sucia contra el candidato
de las fuerzas patrióticas.
Pese a estas
adversidades y campañas sucias, el 6 de diciembre el pueblo eligió el camino de
la Revolución Bolivariana con la elección de Hugo Chávez con el 56,45% de los
votos.
Y el 2 de febrero 1999,
Chávez asumió la presidencia de la República con un juramento que marcaba el
inicio de un proceso profundo de cambios: "juro delante de Dios, juro
delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que sobre esta moribunda
Constitución (1961) impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para
que la República nueva tenga unas carta magna adecuada a los nuevos tiempos.
¡Lo Juro!".
Fue uno de los intelectuales americanos más importantes de su tiempo, destacando por su profundo conocimiento de la sociedad hispanoamericana, el cual posteriormente trasmitirá a Simón Bolívar al desempeñarse como su maestro y mentor. En cuanto a su vida familiar es poco lo que se sabe. En mayo de 1791 el Cabildo de Caracas lo admite para ejercer el cargo de Maestro en la escuela de primeras letras para niños, lugar al que llegará al año siguiente Bolívar para iniciar su educación. En junio de 1793 se casa con María de los Santos Ronco, acto en el cual se declaró "Expósito de esta feligresía", término que se solía y se suele utilizar para designar a aquellas personas abandonadas por sus padres. Dos años después, tras fugarse el niño Bolívar de la casa de su tutor, es enviado a casa de su maestro Simón Rodríguez quien se encargará definitivamente de su formación. Durante este tiempo Rodríguez fue ganado a la causa independentista debido a la lectura de los pensadores de la Ilustración; por lo que en 1797 se ve vincula al proyecto de emancipación inspirado por el pedagogo mallorquín Juan Bautista Picornell, en asociación con los venezolanos Manuel Gual José María España. Luego del descubrimiento y fracaso de esta primera tentativa revolucionaria, Rodríguez es expulsado de Venezuela, donde no regresará jamás.
En 1797 luego de su salida de Venezuela, se traslada a Kingston (Jamaica) donde residirá por algún tiempo y en el que cambiará su nombre por el de Samuel Robinson. Posteriormente, viaja a Estados Unidos donde vive hasta fines de 1800, y en abril de 1801 se halla en Bayona (Francia), de donde pasa a París y allí traduce, ese mismo año, la Atala de Chateuabriand. En esta ciudad se encuentra de nuevo con Simón Bolívar en 1804, convirtiéndose a partir de este momento en una figura decisiva en el rumbo que tomará la vida del futuro Libertador de América. En tal sentido, juntos parten en abril de 1805 a un viaje que los llevará a Lyon y Chambery para luego atravesar los Alpes y entrar a Italia. En Milán presencian la coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia.
Finalmente, la gira culmina en Roma, donde el 15 de agosto del mismo año, Bolívar, junto a Rodríguez y Fernando Toro, jura dedicarse por completo a la causa de independencia de Hispanoamérica. Gracias a que el texto quedó grabado en la memoria de Rodríguez, el mismo paso a la posteridad como sigue a continuación: "Juro de la delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español". Luego de una breve visita de Bolívar a Nápoles retornan a París hacia fines de 1805, separándose tiempo después.
En 1806 inicia un largo peregrinar por Europa, viviendo en Italia, Alemania, Prusia, Polonia y Rusia; que culmina en 1823 cuando llega a Londres donde se encuentra con Andrés Bello, emprendiendo ese mismo año el retorno a América. Al continente americano ingresa por Cartagena de Indias, retomando además su nombre Simón Rodríguez. El Libertador al enterarse de su regreso, le escribe el 19 de enero de 1824 desde Pativilca (Perú), una de las más conmovedoras epístolas de toda su vida: "Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló [...] No puede Ud. figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Ud. me ha dado, no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Ud. me ha regalado". Con la ayuda de Francisco Paula Santander, ordenada por Bolívar, Rodríguez marcha a unirse con él, emprendiendo por Cartagena el viaje a Perú a través de Panamá y Guayaquil, llegando a este último puerto a fines de 1824 o principios de 1825. A su paso por Ecuador dejó importantes obras: en La catunga dicta clases de agricultura y botánica en el Colegio Nacional; en Quito presenta al Gobierno un Plan de colonización para el Oriente de Ecuador y en Ibarra, funda una "sociedad de socorros mutuos". En 1825 Bolívar lo recibe en Lima y lo incorpora de inmediato a su grupo de colaboradores directos. En noviembre de este mismo año, Bolívar lo nombra "director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes y director general de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana". El 7 de enero de 1826 Bolívar regresa a Lima y Rodríguez permanece en Bolivia, siendo ésta la última vez que se ven.
En 1826 renuncia a sus cargos en Bolivia, por no congeniar con el mariscal Antonio José de Sucre presidente para ese entonces de dicha nación. Por tal motivo, se marcha a Arequipa donde publica en 1828, el Pródromo de la obra Sociedades Americanas en 1828, texto en el que igual que otros escritos suyos, insiste en la necesidad de buscar soluciones propias para los problemas de Hispanoamérica, idea que sintetiza su frase: "La América Española es Original, Orginales han de ser sus instituciones y su gobierno, y Originales sus medios de fundar uno y otro. O Inventamos o Erramos". En 1830 aparece su libro El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social, el cual era un alegato a favor de Bolívar. En septiembre de ese año, circula su ensayo científico Observaciones sobre el terreno de Vincocaya, en el cual destaca aspectos sobre la conservación de la naturaleza, la economía y la sociedad. Aunque no existen datos precisos al respecto, es probable que en 1831, hubiese contraído nupcias por segunda vez en Perú con Manuela Gómez. De Lima se traslada en 1834 a Concepción (Chile), acepta la dirección de una escuela y publica su libro Luces y virtudes sociales ese mismo año. Seguidamente se edita en la misma ciudad el Informe sobre Concepción después del terremoto de febrero de 1835. Tras visitar Trilaleubu y Monteblanco (1836) y Tucapel (1837), Rodríguez se encuentra por segunda vez con Andrés Bello, en Santiago de Chile. En Valparaíso reedita Luces y virtudes sociales (1838) y pública artículos en el periódico El Mercurio.
En 1842 se encuentra en Lima, donde reedita su obra Sociedades americanas en 1828. Un año después emprende un viaje con destino a Ecuador, ocurriendo a su paso por el puerto de Paita (Perú) una entrevista entre él y Manuela Sáenz, ésta anciana y próxima a morir. A Ecuador llega a fines del mismo año, visitando Guayaquil, Quito y residiendo luego en Latacunga donde dio clases en el colegio San Vicente. En los años finales de su vida Rodríguez va a Guayaquil, donde se perderá buena parte de su obra en un incendio ocurrido en dicha ciudad. En 1853 emprende de nuevo viaje al Perú, lo acompañan su hijo José y Camilo Gómez, compañero de este; será Gómez quien lo asistirá en el momento de su muerte; ocurrida en el pueblecito de Amotape. Setenta años después de su deceso, sus restos fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima, y desde allí, al siglo justo de su fallecimiento, fueron devueltos a su Caracas natal, donde reposan en el Panteón Nacional desde el 28 de febrero de 1954.
A 183 años del asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho
El balazo en Berruecos que no detuvo la integración latinoamericana
¡Ay... balazo..!, fue lo último que exclamó el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre el día de su muerte. Simón Bolívar al enterarse de la lamentable noticia sentenció “lo han matado porque era mi sucesor”, luego la historia le dio la razón a nuestro padre de la Patria y se demostró que detrás de tamaño crimen se encontraban las manos manchadas de sangre de la oligarquía Santanderista anti Bolivariana.
Hace 183 años la oligarquía
separatista perpetró el asesinato del militar, político y estadista más
completo en la historia, un prócer venezolano quien luchó por la independencia
latinoamericana y un continente unido y soberano, Antonio José de Sucre, mejor
conocido como el Gran Mariscal de Ayacucho.
Los autores materiales del
magnicidio quedaron registrados como; Apolinar Morillo, venezolano; Andrés
Rodríguez y Juan Cruz, peruanos; y Juan Gregorio Rodríguez de Tolima,
colombiano. De los autores intelectuales sólo sabemos aquello que exclamó
Morillo, en el patíbulo antes de morir: “que él pagaba con su vida el crimen
que había cometido, pero que otras personas al oír los tiros que se disparaban
contra su corazón, debían pedir perdón a Dios, por haber tramado el delito por
que él era castigado.”
El gran amor de Sucre por su Patria despertó los más viles sentimientos
en sus contrincantes, quienes planificaron y ejecutaron su muerte. (Foto.
Archivo)
Al revelar el secreto del
misterioso origen político que tuvo el atentado execrable de la muerte de este
ilustre americano, que involucra en esta
conspiración a quienes desconfiaban de la Revolución de Venezuela,
principalmente al General Francisco de Paula Santander, los
exaltados liberales, y señores como Manuel Antonio Arrublas, Ciprián Cuenca,
Ángel María Flores, Doctor Vicente Azuero, Luis Montoya y Doctor Juan Vargas.
Para ellos un obstáculo la
existencia de Sucre, a quien consideraban como el lazo de unión para mantener
la integridad de Colombia. Estos ataque se mantuvieron en el tiempo. Para 1850
habían pasado veinte años del asesinato del General Antonio José de Sucre
(1795-1830), hubo una mano malintencionada que puso en duda sus méritos
sometiendólo al escarnio público en un medio de comuncación, “El Comercio de
Lima” perteneciente a oligarquía peruana. A través de la historia ellos, la
oligarquía apátrida han tratado de mancillar todo aquello que represente al
ideal sucrense que no es otro que el bolivariano.
A pesar de sus intentos y
arrodillados ante el imperio, estos lacayos presentes en nuestro territorio y
que para desmembrar la unión Gran Colombiana tuvieron que matar a Sucre, han fracasado en su intento de
destruir su legado, pues muestras de la integración que pregonaba está presente
el los Bloques de integración latinoamericana (Alba Unasur , Celac, Petrocaribe,
Mercosur).
A pesar de sus intentos, la
oligarquía no logró destruir el legado de Sucre y surguió la gran integración
latinoamericana (Foto. Archivo)
El pueblo venezolano siempre
ha tenido presente a su Gran Mariscal y la Revolución Bolivariana encabezada
por el Comandante Supremo Hugo Chávez quien rescató de las tinieblas donde la
oligarquía pretendía seguirlo teniendo, el nombre de Sucre, y lo colocó en el
sitial de honor que se merece.
Este insigne héroe venezolano
nació en Cumaná, estado Sucre, el 3 de febrero de 1795, y desde pequeño siempre
tuvo sueños independentistas y la firme esperanza de ver una Venezuela libre
del yugo español.
Su destreza militar, grandeza
política y personalidad independentista, así como sus importantes victorias
para alcanzar una patria unida, despertaron los más viles sentimientos en sus
contrincantes, quienes planificaron y ejecutaron su muerte.
Monumento del Mariscal Sucre
ubicado en la Av. 6 de agosto de Cochabamba en Bolívia (Foto. Archivo)
Desde muy joven específicamente a los 15 años
se alistó en el ejército patriota nacional y participó en la campaña del
Generalísimo Francisco de Miranda en 1812 contra los realistas, durante la cual
ascendió a teniente, y a partir de ese momento dio sus primeros pasos en el
camino que lo convirtió en prócer independentista en contra del imperio
español.
La revolución de ese entonces,
encontró a Sucre, la flor de la juventud, un hombre noble lleno de amor a la
patria que corrió a las armas, sin esperanzas de hacer fortuna, y sin más
objeto que la gloria y la libertad.
Su capacidad y méritos le
hicieron destinar al Estado Mayor, y en este ramo importante del servicio
mereció ser elevado al empleo de General de Brigada, en tiempos en que no se
prodigaban tan elevados puestos de la milicia.
Monumento de Antonio José de Sucre en el Panteón Nacional de Venezuela
(Foto. Archivo)
En el año 1821 marchó al frente de un ejército
en apoyo de la sublevación de Guayaquil, puerto al cual también arribaron
tropas del general San Martín. Comenzó entonces la campaña de liberación de
Ecuador, que tuvo su culminación en Pichincha, batalla librada en 1822.
Con esta victoria de Sucre se
consolidó la independencia de la Gran Colombia, se consumó la de Ecuador y
quedó el camino expedito para la liberación de Perú, tras la renuncia de San
Martín. Sucre entró en Lima en 1823, precediendo a Bolívar. Participó con él en
la batalla de Junín y, el 9 de diciembre de 1824, venció al virrey La Serna en
Ayacucho, acción que significó el fin del dominio español en el continente suramericano.
Jamás vio la América un ejército
más disciplinado, más moral, ni más digno de un perfecto General como lo fue
Sucre. Sus movimientos estratégicos, su retirada, la elección del campo en que
debía triunfar, todo fue grande, todo inspiró respeto a sus enemigos, y todo
contribuyó a la esplendidez de la más señalada victoria sostenida en
Latinoamérica.
Señora observando pintura del asesinato de Sucre realizada por Arturo
Michelena (Foto. Archivo)
El día 4 de junio del año 1830, en la
montaña de Berruecos (actual Colombia) el Gran Mariscal de Ayacucho recibió una
descarga fusilaría que lo privó de la vida. El Comandante General, sucesor de
Bolívar, por su talento, su inteligencia, y porque era un complemento
indispensable del libertador. Probablemente por esta idea se realizó la reforma
constitucional de 1830 en la Gran Colombia, sus enemigos logran poner la norma
que para ser Presidente o vice Presidente se debía tener 40 años (Sucre tenía
35). También es factible que esto haya sido la causa de su asesinato.
Con Sucre vivo, se garantizaba la
continuidad política de Bolívar y la unidad de la Gran Colombia. Bolívar, ya
enfermo al enterarse en Venezuela de esta pésima noticia exclama “…Lo han
matado porque era mi sucesor…¡Santo Dios! ¡Se ha derramado la sangre de Abel!…
La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida“.
Efectivamente la muerte de este
prócer venezolano fue planificada con alevosía, ensañamiento, ventaja y
premeditación, y con un una emboscada acabaron con su vida.
Con Sucre vivio se garantizaba la continuidad política de Bolívar y la
unidad de la Gran Colombia (Foto. Archivo)
Una de las más hermosas misiones
sociales de la Revolución, creada por el Comandante Supremo Hugo Chávez el
honor a este ilustre hombre fue la Misión Sucre, lleva con orgullo su nombre.
La Misión Sucre fue creada para romper los círculos de exclusión en la
educación superior (Foto. Archivo)
Esta hermosa misión llamada así
en su honor, es un plan diseñado como estrategia gubernamental para romper los
círculos de exclusión en la educación universitaria, a través de la
incorporación de todas y todos los bachilleres que así lo deseen, según mandato
constitucional y como vía para alcanzar el desarrollo humano integral y
sustentable, la soberanía nacional y la construcción de una sociedad
democrática y participativa.
La Misión Sucre es una antorcha
de conocimiento y unidad de pueblo (Foto. Archivo)
En este sentido, el Comandante Hugo Chávez señaló que “…la Misión Sucre
es como Sucre llevando antorchas, una antorcha de conocimiento, de fuerza
moral, de unidad del pueblo. Más allá de los partidos, más allá de las
candidaturas, aún más allá de la coyuntura electoral…”
Yvke.
La Gloriosa Batalla de Pichincha
24/05/13.- Tal día como hoy, hace 190 años, en las faldas del volcán Pichincha (Ecuador), Antonio José de Sucre libró la gloriosa Batalla de Pichincha, en la cual el ejército independentista bajo su mando enfrentó y venció a las fuerzas realistas comandadas por el general Aymerich, asegurando la independencia de las provincias que pertenecían a la Real Audiencia de Quito, conocida entonces como la Presidencia de Quito, jurisdicción administrativa colonial española de la que finalmente emergió la República del Ecuador.
Para lograr tal hazaña, Sucre tuvo que sortear una gran desventaja estratégica inicial, pues mientras los realistas se habían refugiado en Quito, bien posicionados, el Ejército Libertador debió ascender hasta las alturas del volcán Cotopaxi y dormir recostado a sus paredes, cubiertas de nieves perpetuas.
La fortaleza de los realistas en defensa de Quito hacía muy difíciles derrotarles, por lo cual Sucre ordenó a sus tropas atravesar la ciudad de sur a norte, en horas de la noche, pero escalando los quebraderos del volcán Pichincha, a 4.600 metros de altura. A las nueve de la noche comenzó el ascenso, y a las ocho de la mañana estaban los audaces patriotas en la cima del Pichincha, revirtiendo de esa manera su adversa posición anterior.
Al amanecer de aquel día de mayo, Aymerich, advertido por sus centinelas de la maniobra de Sucre, ordenó a su ejército de 1.894 hombres ascender la montaña lo más pronto posible, para presentar batalla. Ambos comandantes enviaron gradualmente sus tropas a la batalla, pues existía poco espacio para maniobrar entre profundos barrancos y densos matorrales.
A medida que el tiempo pasaba, los realistas parecían ganar el control de la batalla, y ambos bandos sufrieron grandes bajas, pero los patriotas lograron detener al batallón realista Aragón cuando estaba por cargar sobre la línea patriota, gracias a la irrupción en combate del batallón Albión, que consiguió avanzar a una posición más alta que la de los españoles. El Aragón, tras sufrir fuertes bajas, se desintegró, y entonces el batallón patriota Magdalena avanzó y cargó contra la línea realista, que terminó por romperse.
A las doce del día, bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad dieron el grito de victoria en la cima del Pichincha, a más de 3000 metros de altura. La victoria de Sucre fue completada con la capitulación que el jefe patriota concedió al Mariscal Aymerich al día siguiente, 25 de mayo de 1822. De esa manera, Sucre decidió a su favor la hasta entonces vacilante y delicada situación de Guayaquil, dio libertad al territorio que conforma hoy la República de Ecuador y facilitó su incorporación a la Gran Colombia, al tiempo que hizo posible la posterior liberación del Perú.
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