Para Venezuela, el 4 de febrero de 1992 implicó un quiebre político en la historia, que trajo consigo una época de cambios y una verdadera revolución social, legado de Hugo Chávez, quien se convertiría en el nuevo presidente del país.
Hoy, hace 23 años, la rebelión Cívico-Militar movió las fibras revolucionarias en Venezuela para lograr el despertar de la fuerza popular de una nación. Ese día renació la esperanza criolla.
El país había vivido poco antes el Caracazo. El descontento del pueblo, la crisis política, económica y moral se hacía cada vez más fuerte; el manejo de los procesos políticos del país por parte de los partidos AD y COPEI se esfumaba.
La situación del país era miserable. En el tema de la salud, repuntaba el paludismo y el cólera. Servicios básicos como el agua potable se hacían cada vez más irregulares.
De esta manera, comenzaba entonces, la madrugada del día 4 de febrero, el rescate de la dignidad del país, un gran despliegue llamado Operación Ezequiel Zamora, dirigido por el teniente coronel Hugo Chávez Frías. Una insurrección Cívico-Militar que se desarrolló simultáneamente en las principales ciudades del centro-occidente del país.
La misma estuvo apoyada por un grupo de oficiales de la promoción Simón Bolívar (1975), ante la ya evidente descomposición del sistema político. Estos héroes fundaron el 24 de julio de 1983 el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200.
El MBR-200, conformado por la juventud militar, oficiales superiores y subalternos, conocidos luego como los “comacates” (comandantes, mayores, capitanes y tenientes), estudiaron la tríada de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, de cuyos pensamientos retomaron el concepto de soberanía, pedagogía liberadora y defensa del pueblo.
El 4 de febrero cambió el rumbo de Venezuela y también de América Latina. Lo que entonces fue un "Por ahora" hoy es un "Para siempre". / MVC.
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