21/10/13.-Fue un
domingo de verdadera magia en Seúl, cuando en la tarde-noche los presentes del
Palacio Kyung Bok Gung se deleitaron con seis grandes piezas dirigidas por tres
directores y ejecutadas por 200 niños, niñas, adolescentes y jóvenes que
representaron a las orquestas de dos nacionales aliadas.
Sí,
se trata de la Sinfónica Juvenil de Caracas y la Orquesta de los Sueños de
Corea, que durante dos horas se presentaron al aire libre y dieron todo su
entusiasmo y pasión en un recinto lleno de historia en medio de un frío
soportable de 15° centígrados.
Todos
vestían trajes negros de gala, aunque los nuestros contaban con una banda
tricolor adicional en sus atuendos. Estaban sentados uno al lado del otro.
A
los lados del escenario también se encontraban dos grandes pantallas, donde se
proyectó un video exaltando la labor del Sistema Nacional de Orquestas.
Inmediatamente entró en acción Dietrich Paredes, quien le colocó una banda a
uno de los niños y, a su vez, cada venezolano hizo lo mismo con su compañero
coreano. Todos compartieron el tricolor.
EJEMPLOS EN LA MÚSICA
Paredes
inició el concierto con la Obertura 1812, Op. 49 del compositor Piotr Ilich
Tchaikovsky y Aires de Venezuela de José Terenzio. Agradeció los aplausos del
público y se despidió. Se proyectó otro video, esta vez exaltando los logros de
la orquesta de Corea del Sur.
Un
grupo de nueve músicos –con sus respectivos instrumentos típicos coreanos–
llegaron a escena vestidos con hanbok para compartir su música con los otros
200 muchachos. Enseguida entró al escenario el director coreano Chae Eun Suk,
quien fue bien recibido por los asistentes. Frontier! Voices from the east, de
Yang Bang Ean y la 5ta Sinfonía, Op. 67 de Ludwig van Beethoven, fueron las
piezas que dirigió, pero antes de despedirse ofreció unas palabras de honor
hacia el maestro José Antonio Abreu.
Ante
esto, Abreu aprovechó para reconocer la labor del joven director coreano.
Indicó que con estas orquestas binacionales se da un ejemplo para que los
gobiernos impulsen a los niños y jóvenes en el camino de la música. “Hemos
hablado para que el próximo año los músicos coreanos visiten nuestro país”.
Luego,
Andrés Rivas, joven promesa para la dirección orquestal, apareció en escena
vestido con uno de esos hanbok que le regaló Los Sueños de Corea. Overture for
Arirang y el famoso ritmo de los venezolanos formó parte de los temas que
dirigió, y que fueron bien aplaudidos, sobre todo porque los pequeños de Seúl
también hicieron lo suyo de dejar los asientos y tocar al ritmo de los
venezolanos. Se fusionaron. Se acoplaron de manera sencilla.
Para
este joven de 23 años, que con este ya ha dirigido 12 conciertos, la música une
naciones “y qué mejor que Corea y Venezuela para demostrarlo”.
Con
este concierto se cerró la gira que realizó la Orquesta Sinfónica Juvenil por
Asia, que comenzó a principios de este mes en dos ciudades de Japón. En Seúl
también les fue muy bien, tanto que se formó la orquesta binacional y ahora se
pretende armar una mundial infantil y juvenil.
ROCÍO
CAZAL/CIUDAD CCS/ESPECIAL SEÚL
FOTO
CORTESÍA FUNDAMUSICAL
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