OPINIÓN
GERÓNIMO
PÉREZ RESCANIERE
Bien
ilusionado y apoyado por Dean Acheson, embajador estadounidense en El Cairo, el
presidente Gamal Abdel Nasser nacionaliza el Canal de Suez. Es 1956. En
respuesta, Inglaterra y Francia, accionistas del canal, invaden Egipto. Y poco
después se sumó Israel, por razón de su enemistad con todo lo árabe. Espantosa derrota
fue la de los egipcios.
Los
diarios pintaban al David judío esgrimiendo la honda, victorioso, y al gigante
Nasser tambaleándose con la frente herida. Pero al trío de vencedores le
aguardaba una sorpresa. Actuó el primer ministro ruso Nikita Kruschev y les
anunció desde Moscú que tenían 72 horas para abandonar territorio egipcio. Los
británicos impetraron ante el presidente Eisenhower las obligaciones
norteamericanas de solidaridad pautadas en la carta de la OTAN y en otras de
«Defensa del mundo libre contra el comunismo» pero les esperaba una decepción.
¿Qué
hacen los estadounidenses? ¿Amenazan al ruso, como buenos tíos fuertes de los
invasores? Nada de eso. Dijeron a los británicos, franceses e israelíes, que
debían salir a la brevedad posible de un territorio donde nunca debieron poner
los pies. El mensaje era que muy torpes habían sido sirviéndole a Nikita
Kruschev el perfecto pretexto para aparecer como el héroe salvador de los
árabes. Con humillante retirada tuvieron que salir de Egipto, con el rabo entre
las piernas. Un motivo de la antiotanista conducta de Eisenhower debió ser el
miedo a una ola que estaba corriendo sobre el Medio Oriente, una ola inmensa de
popularidad llamada Gamal Abdel Nasser, con el cual era sensato aliarse, máxime
cuando que la estrategia general de Estados Unidos era implantarse en el Medio
Oriente. Y para ello, por cierto, necesitaban una OPEP. Sí, necesitaban la
OPEP. ¿Por qué?
PINCHAR EL … A LOS
MAMUTS
Siempre
se ve a Estados Unidos y a sus grandes compañías como lo mismo y eso es verdad
muchas veces, aquel es un Estado corporativo, pero no lo era en 1957, por la
dicha necesidad de implantarse en el Medio Oriente.
A
esa política se la llamaba «La Détente» y era presentada a la opinión pública y
a los aliados como dirigida a la contención de la Unión Soviética. Los diseños
tácticos norteamericanos parecen ser eternos. Así como hoy hacen el Plan
Colombia con el pretexto de combatir la guerrilla y el narcotráfico pero con
objetivos sobre Venezuela, (actitud ladina, “actuar de lado”) con el pretexto y
realidad de frenar a Rusia despojaban a Inglaterra y Francia de su exclusividad
sobre el canal en Egipto, y en el resto de Arabia, de la que gozaban sobre el
petróleo. No era estreno, ya habían despojado a Inglaterra en Irán, a través de
Mossadeq, a quien sólo derrocaron cuando Inglaterra accedió a cederles 51% de
la Anglo Persian, y antes habían hecho igual en Arabia Saudita. (Sobre esto hay
un libro precioso, La Guerra Secreta del petróleo, de Jacques Bergier,
Editorial Rotativa). Continuando en esta línea antisoviética pero también
antibritánica, Eisenhower le ofrece a la Standard Oil, a la Mobil, todo el
apoyo diplomático y militar posible para que se instalen en el Medio Oriente.
Pero las corporaciones no parecían entusiasmadas con la Détente. Estaban
asustadas por el grueso dedo que mantenía Nasser sobre el gatillo del
nacionalismo árabe.
¿Qué
hace Pérez Jiménez? Combate la estrategia de Eisenhower. Ofrece a las
petroleras un estable paraíso en Venezuela. En realidad, venía ofreciéndolo
antes de que hubiese crisis en el canal egipcio pero ahora da concesiones,
cobra bajos impuestos que las multinacionales aceptan contentísimas. Tras
firmar los contratos en el salón presidido por la pintura ecuestre de Bolívar,
la Shell, la Exxon y empresas más pequeñas como la Arco, la Pantepec, etcétera,
sonrieron con los hocicos untados en pasta negra y barata. Y el general se dio
a hacer grandes carreteras, represas y ciudades obreras y a llenarse de dinero.
NECESITABAN UNA OPEP
Contra
lo que una visión general del imperialismo aconseja creer, el Estado
norteamericano no estaba complacido; no podía estarlo, pues necesitaba en
Caracas todo lo contrario, necesitaba un diablito que le pinchara el culo a los
mamuts del petróleo, obligándolos a cruzar en manada el Atlántico y el
Mediterráneo para ir a echarse sobre las arenas medio-orientales. Es muy
factible que esos mamuts rebeldes a sus instrucciones sean parte del «complejo militar
industrial» o gobierno invisible del mundo, que Dwight Eisenhower denunciará en
su mensaje de despedida de la presidencia –transmitido por televisión–
calificándolo de fuerza que gobierna en la Unión norteamericana a contrapelo de
lo que diga el Presidente elegido por la mayoría ciudadana.
Imaginemos
a Pérez Jiménez inclinado sobre el tablero: está bien con las compañías
petroleras pero mal con el Estado norteamericano. Combina otra jugada. Es
urgente, Eisenhower ha removido al subsecretario de Estado para América Latina,
Henry Finch Holland, su sostenedor, sustituyéndolo por Adolf Berle, cuya línea
es colocar a Rómulo Betancourt en la presidencia de Caracas. Serafino Romualdi
y Germán Arciniegas lo acompañan en visitas a la oficina de Maurice Bergbaum,
donde hablan de “la dictadura decadente”. Jóvito Villaba, Rafael Caldera y el
general Eleazar López Contreras están como caimán en boca de caño, y Eugenio
Mendoza se ha instalado en el Hotel Claridge de Nueva York a vender por nada
sus acciones de la Petroquímica y la Siderúrgica, como demostración de que
valora en nada el futuro de éstas, que es el de Pérez Jiménez.
LA OTAN ESTÁ EN CRISIS
La
pelea tiene dos escenarios básicos, Venezuela y el Medio Oriente.
Considerándose traicionados por los norteamericanos en lo de Suez, los ingleses
han dicho «basta» y la OTAN está casi disuelta, la sede en Londres era un
edificio con unos escritorios y unas secretarias, sin ningún jefe. El
«dictadorcito venezolano», siente que es llegado el momento de dar su gran golpe,
que denomina «cuadrar el mapa». Así lo llama. La formación de la OTAN en 1949
lo detuvo, pero ahora la OTAN padece grave quebranto. Hay que ayudarla a bien
morir.
Se
da a «Cuadrar el mapa». «Cuadrar el mapa» significa, entre otras cosas,
recuperar trozos perdidos por Venezuela en la Guayana Esequiba. Preparando su
estrategia envía a estudiar a Estados Unidos cadetes que se hicieran expertos
en el manejo de cierto tipo de aviones de combate, compró los dichos aviones,
compró lanchas de suelo plano para remontar el Esequibo, cinco mil fusiles FAL,
calibre 7 mm. Entre sus hombres para eso, jefes, tiene a Carlos Celis Noguera y
a Martín García Villasmil. Celis Noguera es un gran planificador. Rómulo
Fernández será el jefe grande.
Según
explicación dada por el general Pérez Jiménez al autor de estas líneas en
Madrid, su derrota se produjo en la reunión de la OTAN en Turquía en diciembre
de 1957. Tras el Sputnik Inglaterra y Francia estaban aterradas con el poder
cohetero soviético. Olvidaron ofensas, perdonaron Irán, Suez, Arabia Saudita,
lo único que solicitaron fue la salida del “gordito de Caracas”.
Hoy, Estados Unidos está implantado sólidamente en el
Medio Oriente.
Gerónimo Pérez Rescaniere, De Cristóbal Colón a Hugo
Chávez Frías, Vol 2
ILUSTRACIÓN
UNCAS
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