Alimentos para el Alma

"No es la superficie lo que debemos cambiar, es el hombre, comencemos por nosotros mismos dando ejemplo, de que estamos impregnados de la nueva idea"

Hugo Rafael Chávez Frías

domingo, 5 de mayo de 2013

Enseñanza de valores, un eje transversal urgente

OPINIÓN NUMA MOLINA
El tema de los valores para la construcción de la patria que queremos es una necesidad apremiante
. Paulatinamente la carcoma mediática ha ido minando con antivalores la familia, la comunidad, la escuela, la iglesia y así todos los ambientes. Sin caer en añoranzas pero vale mencionar que antes los espacios sociales para inculcar valores eran la familia, la escuela y la iglesia. Lo que aprendías en la familia te lo repetían en la escuela y el domingo el cura lo remarcaba en la iglesia. Hoy los espacios sociales se han dilatado hasta el infinito y con ellos la difusión de antivalores.
Ahora, ¿qué es un antivalor? Es lo opuesto a las conductas positivas y virtuosas del ser humano que llevan a la vida en plenitud. Pero hay algo muy grave y escondido en los antivalores. Como estos generan riqueza al mundo del capital, los disfrazan de bondad y los convierten en necesidades en las mentes de la población, en otras palabras, nos los venden como un valor. ¿Cuál es entonces la consecuencia? Que mientras en la familia y en la escuela y en ciberespacio hemos descuidado la enseñanza de valores para la vida, la industria de la publicidad no descansa en la siembra de valores para la muerte (antivalores).

Si pudiéramos hacer un ejercicio de imaginación para entrar en el corazón de muchas y muchos de nuestros jóvenes nos encontraríamos con territorios afectivos colonizados, llenos de grandes vallas de las industrias trasnacionales de teléfonos, de vestido, calzado, de comida chatarra, etc. Industrias instaladas en lo íntimo que gobiernan la vida de la gente. Eso ha sido introyectado como un “valor”. No le hemos enseñado al niño en la familia que la VIDA es un valor pero la industria publicitaria si le enseñó que un tipo de teléfono es un valor, por eso el joven termina quitándole la vida a alguien con tal de robarle el teléfono y no siente ningún remordimiento de conciencia, porque para él ese objeto es un valor mas no la vida que quitó a la persona. La perversidad de una sociedad capitalista se lo enseñó así, mientras que nadie le inculcó la vida como un valor.
Es urgente en esta lucha contra la violencia, anidada desde hace décadas, que la enseñanza de valores se convierta en un eje transversal de nuestra educación; que comience por la familia y se continúe en la escuela desde el preescolar hasta nuestras universidades, ¿será mucho pedir? Creo que no, pues cuando pienso en esta lucha por la paz y la vida que todas y todos hemos emprendido, cualquier esfuerzo que se haga es pequeño comparado con la felicidad colectiva de vivir sin violencia.

RESPETO EN LA CONVIVENCIA
Olvidamos fácilmente que no vivimos solos y que mis derechos terminan donde comienzan los derechos del vecino. Por ejemplo: mi derecho de escuchar música termina donde comienza el derecho de mi vecino o vecina a descansar en paz de la jornada de trabajo. Ese es un valor que debemos cultivar siempre y se llama respeto.
La convivencia en las nuevas ciudades socialistas constituye también un tema fundamental al que todas y todos nos debemos abocar, si no lo hacemos, dentro de poco también serán ciudades capitalistas donde cada uno vive egoístamente sin importarle la conservación y el mantenimiento de los espacios comunes, porque los espacios comunes son de la comunidad y cada habitante es corresponsable de cuidar lo que es de todos. Ya seguiremos hablando de este tema con mayor profundidad en domingos venideros.

EFICIENCIA O NADA
¿A quién corresponderá el deber de solucionar la contaminación por gasolina que soportan día y noche las cuarenta familias del edificio Royal en Quinta Crespo? El edificio está ubicado en las adyacencias de la bomba. ¿Qué intereses hay de por medio para que no se escuche el clamor tan justo de un colectivo que está siendo intoxicado día y noche por el olor a gasolina? ¿En el inmenso universo que es PDVSA a qué dirección le corresponde dar respuesta?

MAS APERTURA DEL SIBCI PARA EL SEGUIMIENTO A LA EFICIENCIA
Nuestras comunidades necesitan espacios para el reclamo en los medios pertenecientes al Sistema Bolivariano de Comunicación e Información (SiBCI). Si el pueblo no tiene la posibilidad de denunciar la ineficiencia, será presa fácil de otros medios que no buscan precisamente el bien común sino ganar espacios como actores políticos de un partido. Esta política fue un mandato del comandante Chávez y cómo ha costado para que lo ejecuten.

LA INVISIBILIZACIÓN DE LAS VÍCTIMAS
Me quedo sorprendido ante el silencio cómplice de algunos medios que, deliberadamente, han invisibilizado los muertos de los días siguientes a las elecciones del 14A, eran 9 hermanos y hermanas nuestros venezolanos, más de 60 heridos y varias decenas de Centros de Diagnóstico Integral afectados por actos vandálicos. No puede ser que nuestra ética periodística llegue al colmo de ignorar una vida que se pierde y el asedio a las comunidades humildes a cambio de tapar sin pudor los intereses mezquinos de los propietarios de los medios. Una vida es una vida y si en algo nos debemos al pueblo es en ofrecerle la información oportuna y veraz cuando de defender su integridad se trata, en cristiano la omisión es un pecado grave y mas aun cuando el pecado que se oculta tiene que ver con la vida malograda de víctimas cuya única culpa era la de pensar distinto.

UNA GOTA DE EVANGELIO

“La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo” Extraña paz la que nos encomendó Jesús. Inicialmente, cuando proclamó las bienaventuranzas en lo que conocemos como “el sermón del monte”, nos había dicho en la séptima bienaventuranza de Mateo “felices los que trabajan por la paz porque se llamarán hijos de Dios” es decir, serán parecidos al Padre, y es que la paz de Jesús es la que procede de su Padre, una paz que acontece como consecuencia de que haya justicia, es el “Shalom” judío que en su etimología más original significa mucho más que una simple ausencia de conflicto. En tiempos de Jesús la paz en la que vivía su pueblo era la “pax” romana que se alcanzaba con soldados y armamento, era una paz producto de la represión pero los pobres, los leprosos, las viudas y los huérfanos, las mujeres y los niños seguían estando allí, las injusticias eran invisibilizadas mediante un sistema que aparentaba paz. Por eso Jesús nos dice que su paz es un volver al equilibrio, a la igualdad de oportunidades, a la justicia y cuando eso suceda entonces acontecerá la paz genuina que Él nos propone.

La paz que nos enseña Jesús “no es como la da el mundo”, es decir como la paz que da la hegemonía del mundo romano conocido, que lo envolvía todo en complicidad con una elite religiosa judía que vivía cómodamente. La paz verdadera llega por ejemplo cuando en el día sábado, tan consagrado al culto por los judíos, el ser humano valga más que el culto porque “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”. Ahora que se habla tanto de construir la paz y estamos empeñados en un movimiento por la paz y la vida, bueno es que nos preguntemos ¿de qué paz hablamos? Nos interesa como país la paz cristiana, una paz que será plena y genuina cuando sea producto de la justicia, cuando ya no se excluya al hermano por su color, por su creencia, por su ideología o por su clase social. Cuando miramos la enseñanza de Jesús en esta perspectiva entonces quizá podamos entender lo doloroso de los procesos de paz en América Latina durante las dictaduras mas o menos recientes. Había una ausencia total de justicia.

No obstante los esfuerzos de nuestros pueblos por su auténtica liberación, el continente aun sigue siendo desigual. Y no solo eso, sino que nos acostumbramos a que es así. Nos habíamos acostumbrado a ver las montañas de pobreza en nuestra gran Caracas al punto de que ya ni nos impactaban, ahí estaba el pobre frente a los indiferentes que disfrutaban de todo. El hambre y las desnutrición había llegado a tal escándalo que hasta bajaron un 27 de febrero sin organización y sin nada, y se impuso en aquellos días la mismísima “pax” romana con la que no comulga Jesús, la paz sin justicia que tan poco tiempo duró.

Cuántas veces hemos ofrecido al mundo en nombre de Cristo una paz adulterada que no tiene nada que ver con la paz que Él nos dejó como tarea a sus seguidores y seguidoras. Paz en cristiano no es la mera ausencia de conflicto. En nuestro caso es la apuesta por la dignificación de la familia, es la decisión insoslayable por una educación con valores. Es la inclusión de nuestros jóvenes en la educación, en el trabajo bien remunerado, en la vivienda, en la salud. Es la lucha implacable contra el narcotráfico. Ahora entendemos entonces que, como dijo Pedro Casaldáliga, “la paz cristiana es una paz que no nos deja en paz”, es decir, que no nos deja tranquilos, instalados, instaladas.

05/05/13.-
ILUSTRACIÓN ETTEN CARVALLO

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