OPINIÓN
Por: RONALD MUÑOZ
En 1923 la agitación
política y social en España desemboca en el golpe militar liderado por el
general Primo de Rivera. La disolución del parlamento y los altos niveles de
represión encienden la llama del sentimiento republicano. En 1931 el rey es
depuesto y es instaurada la República. En 1936, tras la victoria en las
elecciones por parte de la coalición de partidos de izquierda, nuevamente un
grupo de militares de derecha se rebela, dando inicio a la Guerra Civil
española.
El 4 de noviembre de 1970
Salvador Allende era proclamado presidente de Chile. El gobierno izquierdista
inicia una fase de transición hacia el socialismo que comienza con la
nacionalización del cobre y otras áreas estratégicas de la nación. El 11 de
septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet lidera un alzamiento militar
que concluye con el derrocamiento y asesinato del presidente constitucional y
que daría inicio a uno de los más sanguinarios regímenes autoritarios de la
historia de este continente.
La historia nos enseña que
la actitud constante de la derecha es el irrespeto a la voluntad del pueblo,
siempre que esta sea la construcción del Poder Popular, es decir, el desarrollo
de gobiernos que, levantando el estandarte de la izquierda, generen políticas
de profundización de la democracia, acentuación en lo social, y establecimiento
de la soberanía nacional libre de la influencia de las potencias extranjeras.
Que ahora no reconozcan la
“legitimidad” del gobierno del presidente Maduro no es ninguna sorpresa. Si
jamás reconocieron a Chávez que ganaba por millones de ventaja es ingenuo creer
que aceptarían una derrota por cientos de miles votos. Y tal como ha sido la
característica histórica de la derecha, despliegan nuevamente su plan para la
toma violenta del poder.
Ante el anuncio de los
resultados el candidato de la derecha inmediatamente desconoció la voluntad de
la mayor parte del pueblo, y convocó a protestas que desembocaron en el
fallecimiento de ocho compatriotas, más de 50 heridos y varias instalaciones de
salud pública atacadas.
Con la irresponsabilidad que
lo caracteriza desde el inicio de su trayectoria política, Henrique Capriles
Radonski desconoce cualquier responsabilidad sobre los actos cometidos por sus
más fanáticos seguidores manifestando que a él no se le puede adjudicar ninguna
culpa sobre eso.
A estas alturas es evidente
que el gobierno de Estados Unidos ha puesto en marcha un nuevo intento de golpe
de Estado contra Venezuela, esta vez bajo la fórmula exitosa de Siria y Libia,
fórmula que se caracteriza en instigar el odio entre la población a fin de
generar una guerra civil que comienza con el desarrollo de actos violentos de
dudosa autoría. El que dude esto es solo porque ignora la historia de los
pueblos del tercer mundo, una historia llena de intervenciones directas y
encubiertas por parte de las potencias colonialistas de siempre a fin apuntalar
el control sobre mercados y recursos estratégicos existentes en nuestros
territorios.
Si Capriles Radonski ha
retirado su marcha contra el CNE esta semana no se debe a que tenga ningún tipo
de consciencia, sino básicamente a tres factores que le tumban esta fase del
plan. El primero es que el pueblo venezolano, tanto el bolivariano como el
opositor, es amante de la paz, por eso los sucesos ocurridos a raíz de su
llamado y que tuvieron un saldo de varios muertos generaron rechazo en sectores
que le dieron el voto en las elecciones, sabe que la opinión sobre estos hechos
no le son favorables. El segundo factor es que al restituirse las clases, en
gran medida vuelve la normalidad al país, y todos aquellos que se desempeñan en
el área productiva y comercial lo menos que desean es la paralización de
actividades, máxime cuando persiste en la memoria de muchos el recuerdo del
paro petrolero convocado por la derecha, el cual generó la quiebra de muchas
empresas y comercios sin que después nadie respondiera por eso, de manera que
ante la normalización de actividades una convocatoria a protestar que no
hubiese tenido mucho respaldo, hubiese sido un fracaso político para la
derecha. Pero el tercer factor fue la orden de acuartelamiento de todas las
policías emitida por el gobierno. La ultraderecha sabe que sin el brazo armado
que constituyen sus policías municipales y estadales se les hace imposible la
activación de la fase violenta de su estrategia, dado que estas, en algunos
casos han sido utilizadas como cuerpos de choque en escenarios de
confrontación, a fin de generar caos, muerte y zozobra. Basta recordar el papel
de ciertas policías durante el golpe de Estado de abril de 2002. Obviamente
hablamos de determinados funcionarios, no se puede generalizar.
Por otra parte, no puedo
terminar sin recalcar el papel fundamental de la red transnacional de radio,
televisión y prensa escrita en todo este plan desestabilizador. La guerra de IV
generación que es la que el Pentágono aplica desde varios años, evidentemente
tiene el componente bélico, pero ahora la mayor arma es la manipulación de la
información. Esto es tanto para desacreditar la imagen de un gobierno
insurgente y colocarlo contra el mundo y contra parte de su propio pueblo, como
también para mermar la moral de quienes defienden a su patria: Globovisión en
este momento es un arma de guerra dirigida a sembrar el odio de pueblo contra
pueblo. En menos de un mes publicaron más de tres veces informaciones falsas
tanto en tv como en su página web, y de manera planificada omite todo hecho que
sea desfavorable para su causa. De haber sido los ocho fallecidos de ayer
víctimas de un suceso confuso en el que se pudiese culpar al gobierno, hoy en
la ONU estuviesen decidiendo una intervención militar contra Venezuela
basándose en imágenes manipuladas por Globovisión que serían transmitidas por todas
las transnacionales de televisión en el mundo.
Capriles está jugando con
fuego: está liderando una acción política dirigida a desencadenar una guerra
civil en nuestro país a fin de justificar una intervención extranjera. Una sola
movilización de opositores donde alguien suelte un disparo desde tierra o un
edificio bastará para que se cumpla el objetivo de ellos.
Afortunadamente tienen dos
elementos muy importantes en contra que son el contexto internacional, esquivo
para ellos gracias a la existencia de la Unasur y la Celac, pero además tampoco
tienen apoyo en las Fuerzas Armadas gracias a un proceso de depuración y
afianzamiento de la misma en el ideal bolivariano.
El escenario de guerra está
planteado desde el norte y solo la unidad del pueblo podrá detener la conjura.
Aprovecho para dirigirme a todos aquellos hermanos y hermanas de esta patria
que votaron por Capriles –mi problema no es con ellos sino con sus
irresponsables dirigentes– para ellos nuestro más sincero respeto y afecto
venezolano, a ellos les pido no caer en planes de quienes pretenden encender
esta patria: cuando todo comenzó en Siria y Libia mucha gente creyó en quienes
actuaban con apoyo desde el exterior… vayan y pregúntenle a esa gente ahorita
lo que haría si pudiese regresar el tiempo.
Ciudadccs
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