Hoy se celebran 99 años del natalicio del maestro de la plástica venezolana Trino Orozco, nacido en Humocaro Alto, estado Lara. Hurgar en el legado de este artista, que partió físicamente en 1994, deja ver un legado lleno de mística y rebeldía. Este creador es considerado uno de los acuarelistas más importantes de Venezuela.
Las obras La tierra espera, Madre proletaria, Niños del Barrio, Barrio con sed y Los Hijos de Nadie son muestra de la visión crítica social que tuvo el autor, así como de esa honda sensibilidad y atención que daba en su trabajo hacia los problemas de las clases humildes venezolanas.
Por otra parte, el alto sentido religioso, espiritualismo y misticismo que tenía se reflejó en piezas como el Cristo de Sisal, el Bautizo de Jesús, el Espíritu de Sorte y María Lionza, Reina de las Aguas.
La docencia también formó parte de su devenir artístico, siendo fiel a su espíritu rebelde e inmerso en preceptos de justicia social. Fundó en Carora, estado Lara, la Escuela de Arte, donde impartiría clases a estudiantes que contaban con escasos recursos económicos. Igualmente, dictó clases en el Colegio Federal de Barquisimeto en ausencia del artista Rafael Monasterios.
A juicio del polifacético maestro Juan Calzadilla, la pintura de Orozco expresa “un empleo suelto de la pincelada para conseguir una factura de apariencia lavada, combinando los tonos del rojo con las tierras y esforzándose en lograr una luz muy personal”.
Orozco se considera como el pionero en construir obras con el chimó, técnica que, según él, tenía su secreto. Además, tenía su taller como un lugar sagrado y solía decir cuando alguien entraba: “Aquí el que no pinta sale pintando”.
PRENSA IARTES
FOTOS CORTESÍA IARTES
Las obras La tierra espera, Madre proletaria, Niños del Barrio, Barrio con sed y Los Hijos de Nadie son muestra de la visión crítica social que tuvo el autor, así como de esa honda sensibilidad y atención que daba en su trabajo hacia los problemas de las clases humildes venezolanas.
Por otra parte, el alto sentido religioso, espiritualismo y misticismo que tenía se reflejó en piezas como el Cristo de Sisal, el Bautizo de Jesús, el Espíritu de Sorte y María Lionza, Reina de las Aguas.
La docencia también formó parte de su devenir artístico, siendo fiel a su espíritu rebelde e inmerso en preceptos de justicia social. Fundó en Carora, estado Lara, la Escuela de Arte, donde impartiría clases a estudiantes que contaban con escasos recursos económicos. Igualmente, dictó clases en el Colegio Federal de Barquisimeto en ausencia del artista Rafael Monasterios.
A juicio del polifacético maestro Juan Calzadilla, la pintura de Orozco expresa “un empleo suelto de la pincelada para conseguir una factura de apariencia lavada, combinando los tonos del rojo con las tierras y esforzándose en lograr una luz muy personal”.
Orozco se considera como el pionero en construir obras con el chimó, técnica que, según él, tenía su secreto. Además, tenía su taller como un lugar sagrado y solía decir cuando alguien entraba: “Aquí el que no pinta sale pintando”.
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