Alimentos para el Alma

"No es la superficie lo que debemos cambiar, es el hombre, comencemos por nosotros mismos dando ejemplo, de que estamos impregnados de la nueva idea"

Hugo Rafael Chávez Frías

viernes, 25 de julio de 2014

¡TODO LLEVA TU NOMBRE, PADRE!

 
(…) todo lleva tu nombre, padre”
 
Así Pablo Neruda, eleva una oración, en este canto hondo y sereno que recita a nuestro Simón y que hoy entonamos nuevamente, guiados por uno de sus hijos más amados, quien reivindicó su obra, la hizo renacer y la alzó como un estandarte, como una bandera, como un vibrante destello de luz: nuestro amado Comandante Chávez. Oímos su voz que resuena con la palabra del poeta….
 
(…) todo lleva tu nombre, padre”
en nuestra morada:
tu apellido la caña levanta a la dulzura,
el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar,
el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,
la patata, el salitre, las sombras especiales,
las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,
todo lo nuestro viene de tu vida apagada,
tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,
tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre”


Esta oración, este Canto a Bolívar, es un poderoso mensaje, es la invocación de un saber antiguo con el que Neruda profetizó que las mujeres y los hombres de Venezuela y de toda Nuestra América, los que llevamos sembrada la semilla roja de su corazón vivo, empuñaríamos su palabra como espada invencible para sanar el dolor, las vejaciones, las humillaciones, a las que fuimos sometidos los hijos e hijas de este continente gigante, cuando fue reducido al límite de las cadenas que nos esclavizaron. Neruda profetizó y Chávez nos despertó para que pudiéramos cumplir con nuestro destino, continuar la obra del Libertador….
 
Capitán, combatiente, donde una boca
grita libertad, donde un oído escucha,
donde un soldado rojo rompe una frente parda,
donde un laurel de libres brota, donde una nueva
bandera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora,
Bolívar, capitán, se divisa tu rostro.
(…)
Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos.
La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron,
de nuestra joven sangre venida de tu sangre
saldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos”
(…)
 
Nuestro Comandante amado, conocía muy bien el poder de estas palabras, de esta oración que viene a la boca inevitable cuando nos encontramos juntos, como lo estamos hoy, unidos entorno a nuestro padre Bolívar, haciendo que su obra viva en nosotros y continúe en nuestros hijos e hijas, para que su saber y su gloria se hagan perpetuos.
 
No fue fácil para Simón, divisar el porvenir, saber el destino de sus pasos. Desde muy niño sintió la llamarada, pero había que darle nombre, tendría que revelarse más adelante. Luego de padecer el abandono de uno de sus afectos fundamentales, Bolívar se encontró de nuevo con su maestro, su amigo, Simón Rodríguez. Y entre los vestigios de la gloria pasada del continente europeo, los Simones caminaron juntos y conversaron largamente, se acompañaron y fueron testigos de acontecimientos que harían que esa llama, ardiendo en el corazón del joven Simón, se revelara pronto.
 
Fue así, como llegaron a la cumbre del Monte Sacro, a las afueras de Roma. El joven Simón, frente al sabio Simón, juró romper las cadenas.
 
Bolívar supo entonces que su vida estaría dedicada a liberar a los pueblos de Nuestra América, se forjó en la batalla, padeció terribles derrotas personales y militares, pero se alzó por sobre todo, logró vislumbrar que las cadenas eran físicas y espirituales y enfiló todas sus fuerzas para quebrarlas, para liberar a los hombres y mujeres esclavizados, sobre quienes descansaba la riqueza del entonces imperio español. Bolívar antes de fundar las repúblicas americanas debió luchar contra la esclavitud y contra la ideología que la sustentaba, la que justificaba que los hombres y mujeres fueran despojados del fruto de su trabajo y de sus propias vidas.
 
Bolívar, inspiró a un ejército de hombres y mujeres que guiados por el brillo de su espada fundaron nuestras naciones, tarea que no ha terminado aún. Somos hijos e hijas de ese glorioso ejército, nacimos en el juramento de Bolívar en el Monte Sacro, en la gesta de la independencia, esa es la semilla roja sembrada en nuestros corazones que invoca Neruda, es ese el vínculo, es esa la raíz ¡Qué fortuna la nuestra! ¡El juramento del joven Simón se repitió bajo el Samán de Güere!
 
¡Aquí estamos los hijos e hijas de ese juramento, haciendo honor a nuestro Padre Bolívar, a nuestro Padre Chávez!
 
No es tarea fácil, pero es nuestro destino y no podemos renunciar a él. Somos ese compromiso y la naturaleza nos ha otorgado los dones para repetir la hazaña. Todo lo podemos en el nombre de Bolívar. Esa fue la sabia enseñanza que nos dejó Neruda: “Todo lleva tu nombre padre”; nosotros, todos y todas, llevamos el nombre de Bolívar, seguimos sus pasos. Como lo hizo nuestro amado Comandante Chávez, alzamos su pensamiento como un estandarte, como una bandera, como un vibrante destello de luz, que nos guía en medio de la oscurana que atraviesa la humanidad. Persisten las cadenas en el capitalismo, pero está profetizado por Bolívar, por Neruda, por Chávez, que las pretensiones de los poderosos quedarán echas ceniza ¡Venezuela Bolivariana, Nuestra América Bolivariana, serán hoy y siempre, luz y faro del mundo!
 
¡Viva Bolívar!
¡Viva Chávez!
¡Independencia y Patria Socialista!
 
F/ Cortesía AVN

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