Alimentos para el Alma

"No es la superficie lo que debemos cambiar, es el hombre, comencemos por nosotros mismos dando ejemplo, de que estamos impregnados de la nueva idea"

Hugo Rafael Chávez Frías

martes, 4 de junio de 2013

Necesitamos conocer la moral de Bolívar

El Libertador Simón Bolívar albergó muchas facetas que todavía hoy son fuente para el análisis y para la reflexión. Hugo Argotti Córcega encontró una de esas vetas de este prócer para presentar un libro que bautizó con el título de Ética del Libertador Simón Bolívar (según sus fuentes originales).
El libro fue publicado por primera vez por el gobierno de Anzoátegui y la editorial Vadell Hermanos, en el año 2008, luego por la editorial Alba Bicentenaria y reeditado por Monte Ávila en 2012, con prólogo de Tarek William Saab.

Argotti Córcega se dedicó durante años a escudriñar en los archivos de Bolívar, tanto en los documentos políticos y militares, como en las cartas a familiares y amigos.

En su rol de militante del proceso revolucionario venezolano, percibió que, no obstante, estar esta nación guiada por el pensamiento del Libertador Simón Bolívar y de existir dentro de nuestra Constitución una alusión directa a su moral y su ética, no existía un texto con una síntesis de ese ideario.

“Por estas razones fundamentales me involucré en este proyecto. No concebía cómo podía existir un divorcio entre nuestra Constitución y nuestro nombre del pensamiento que había guiado al presidente Chávez”, aseguró. Recordó y mencionó de memoria el artículo primero de nuestra ley magna: “La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador”.
“En ese momento me asigné la tarea de recabar la información necesaria en los archivos del Libertador que constan de 28 tomos de correspondencia oficial, tres tomos de decretos y 8 tomos de cartas para familiares y amigos. Investigué en todos esos archivos separando los textos donde estuviera algún pensamiento relacionado con la ética, con la moral y con los valores humanos”, indicó.

Una vez recopilado el material lo dividió en tres secciones. La primera llamada Bolívar, una razón ética, subdividida a su vez en Nociones de Ética y Moral; Conocimientos de Simón Bolívar sobre la Ética; Necesidad de la enseñanza de la Moral; El Poder Moral propuesto por el Libertador; La Ética y la Moral en el pensamiento y en la Acción del Libertador; Cuán espantoso es dejar de creer en la virtud: la Ética en el Poder Público; La Ética del gobernante; Bolívar y su Humildad ante el Poder Público; Ética de Bolívar sobre la administración de los recursos públicos; La severa conducta de los funcionarios públicos y Bolívar ante los bienes.

La segunda sección es Ética Individual. Se refiere a la Moral Individual, honor, honradez, reputación, rectitud, decoro, optimismo, gratitud, humildad, constancia, sinceridad, moderación, prudencia, sabiduría y, además, incluye los antivalores repudiados por el Libertador, mencionando: egoísmo, ambición, traición, corrupción, burocratismo, e impunidad.

La tercera, Ética social y colectiva incluye La moral social, libertad, igualdad, obediencia a la ley, patriotismo, solidaridad, amistad y Unámonos y seremos invencibles.

“No sabía que estaba trabajando en algo que hasta el momento no se había hecho. Fue la periodista Lourdes Navas quien escribió recientemente que había realizado un trabajo para la Fundación de Periodistas Bolivarianos de América, quien le indicó que, después de haber culminado una revisión de los más de 40 mil títulos escritos sobre el Libertador, no había uno solo dedicado al tema de la ética y la moral. Según este trabajo, existen capítulos o menciones en muchos de ellos sobre el tema, pero ninguno había sido dedicado sólo a este punto”, dijo.

En apenas tres días de muestra en la Feria Internacional del Libro, realizada en Caracas, el libro se agotó en los lugares donde estuvo a la venta. También recibió misivas del rey de España y de la Sociedad Bolivariana de aquel país, donde ha llegado en sus diversas ediciones.

Se le preguntó a Argotti Córcega sobre el aporte que su libro podría dar al proceso revolucionario que se vive actualmente.

Dijo que la dirigencia de la Revolución necesita de hombres y mujeres que practiquen el ideario moral y ético del Libertador.

“Se necesitan dirigentes probos, gente honesta en el desempeño de los cargos públicos, personajes de una moral muy alta en el desempeño de sus funciones, porque es la única manera que nuestra Revolución funcione con eficiencia. La responsabilidad, la lealtad, el compromiso deben ser las premisas de los funcionarios públicos para acabar con la deslealtad, la ineficacia y la ineficiencia de personas que en vez de contribuir con el desarrollo del proceso, lo atrasan y entorpecen. El pueblo le teme más a la falta de ética que al mayor de los imperios, porque una gestión sin ética corroe a la sociedad y sus integrantes”, enfatizó.
El éxito que ha tenido su escrito ha sido tanto en el país como fuera de él. “Yo creo que es una imperiosa necesidad dar a conocer el contenido de este libro en las universidades, en las escuelas y liceos; que se discuta en círculos y que el Ministerio de Educación emita una edición masiva para que todos tengan acceso a estas ideas. Por mi parte, no tengo aspiraciones financieras con el mismo. Quiero que esa idea bolivariana se difunda por todos los rincones del país y que los venezolanos se impregnen de esa ética para ponerla en práctica en su vida pública y privada”, afirmó.

LA ÉTICA DE SIMÓN BOLÍVAR

La moral y la ética no se pueden tocar ni manipular; no pueden inyectarse en el torrente sanguíneo ni pueden comprarse en los supermercados. Sin embargo, una sociedad sin estos elementos sucumbe ante la corrupción, el despilfarro y la desidia, contribuyendo al desmembramiento de las familias y las repúblicas.
“Moral y luces son nuestra primeras necesidades”, dijo Bolívar en el Congreso de Angostura. Las colocaba por encima del alimento, del vestido o de la oración y precisaba que la dominación del país se había dado más por la ignorancia que por la fuerza, por lo que solicitaba que la educación de los valores se propagara desde las familias, formando ciudadanos morales y virtuosos.

Hugo Argotti Córcega logró aglutinar todos los pensamientos bolivarianos referidos a la moral en un libro que llamó Ética del Libertador, como un aporte al proceso revolucionario y en concordancia con nuestra Constitución.

Desglosando la edición de Monte Ávila Editores, conseguimos que el autor inicia su obra suministrando conceptos de ética y moral, para enmarcar todos los documentos en los que el Libertador se refirió a estos conceptos.

“…dentro de la crisis general que puede padecer una sociedad, no ha habido la menor duda en reconocer que la peor es la pérdida de la moral de un pueblo determinado y, por tanto, en el individuo como tal, tanto en las más simples actividades cotidianas como, por ejemplo, en la gran responsabilidad que tienen los gobernantes de una nación”, señala el autor en la introducción de su obra.

Para definir el término ética acude al filósofo David García Bacca, quien la conceptúa como “costumbre, moral”, mientras que la moral es definida como “…la ética aplicada”, según Ángel Martín Sánchez.

ENSEÑAR LA MORAL

“La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una república”, dijo el Libertador ante los legisladores de Angostura en 1819.

Más adelante expresa: “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones, toman la licencia por la libertad; la traición por el patriotismo; la venganza por la justicia”.

Esa enseñanza de la moral, según Bolívar, en carta a Guillermo Blanco White, debía iniciarse por los legisladores. “La educación forma al hombre moral, y para formar un legislador se necesita ciertamente de educarlo en una escuela de moral, de justicia y de leyes”.

Sobre este tema abundan los ejemplos en el libro de Argotti Córcega, tales como la carta donde explica el tipo de educación que desea para su sobrino Fernando Bolívar, la aprobación de escuelas para niños y niñas en el Perú y otra larga serie de documentos donde se observa su permanente preocupación por la enseñanza de las virtudes en los ciudadanos.

LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS

“Desde ahora os hago conocer que todo empleado, sea militar o político, lo será para servir y no para presentarse con pomposas decoraciones y para obtener sueldos extraordinarios que debilitaron e hicieron ridícula nuestra república naciente”, aseguró Bolívar, el 13 de agosto de 1813, cuando arribó a Caracas, luego de haber triunfado en la Campaña Admirable.

Años después, cuando se encontraba en Lima, en 1824, el Libertador emite un decreto drástico, con el fin de erradicar la corrupción que en ese momento hacía estragos en la administración del país.
“Simón Bolívar Presidente. Teniendo presente 1° Que una de las principales causas de los desastres en que se ha visto envuelta la República ha sido la escandalosa dilapidación de sus fondos, por funcionarios que han intervenido en ellos. 2° Que el único medio de extirpar radicalmente este desorden es dictar medidas fuertes y extraordinarias, he venido a decretar y Decreto: Artículo 1°. Todo funcionario público, a quien se le convenciere en juicio sumario de haber malversado o tomado para sí de los fondos públicos de diez pesos para arriba, queda sujeto a la pena capital”.

Humildad

HUGO ARGOTTE CÓRCEGA

Se entiende por humildad a la virtud que resulta del sentimiento voluntario a mostrarse de manera modesta y sincera ante los demás. Esa cualidad moral también fue cultivada por Simón Bolívar, tal como se describe sobre su personalidad Luis Perú de Lacroix en su retrato moral:

El Libertador tiene energía; es capaz de una resolución fuerte y sabe sostenerla. Sus ideas nunca son comunes, siempre grandes, elevadas y originales. Sus modales son afables y tiene el tono de los europeos de la alta sociedad. Practica una sencillez y modestia republicana (1).

Corrobora la descripción que hizo Luis Perú de Lacroix de Bolívar, entre otros escritos, el contenido de una carta que le envía al general Francisco de Paula Santander, en la cual, entre otras situaciones, le manifiesta que prefiere la modestia que la petulancia arrogante, observándose así la humildad en su personalidad: “… Lo que usted dice sobre la Gaceta es muy acertado, y convengo que hay mucha delicadeza en la defensa de su circunspección, y también convengo que me agrada infinitamente más la frialdad modesta, que la petulancia arrogante”. (2)

Mayores pruebas de la humildad en Simón Bolívar están referidas al hecho de que una vez conferido el titulo del Libertador y Jefe Supremo de la Patria, sin embargo no hizo ostentación de ello ni se valió de los altos cargos que ocupó en el Gobierno para tener una conducta arrogante y prepotente, sino por el contrario siempre manifestaba ser un simple soldado y un buen ciudadano; por ello en el Discurso de Angostura expresó: “En este momento el Jefe Supremo de la República no es más que un simple ciudadano; y tal quiere quedar hasta la muerte”. (3)

Y cuando el historiador y estadista Juan Manuel Restrepo, y autor de la obra denominada Historia de Colombia quiso dedicársela, lo único que le exigió fue que lo hiciera, pero dedicada a un amigo y no al jefe del Estado. Veamos:

He tenido la satisfacción de recibir la apreciable carta de Usted por la cual me ofrece la dedicatoria de la Historia de Colombia. Un sabio dedicándome la historia de mi patria es el testimonio de aprecio más lisonjero que puedo recibir en mi vida; y si este autor es mi amigo, y uno de los más amables hombres del mundo, mi placer se colma y mi gratitud no tiene límites. Sí, querido amigo, Usted es este autor, este amable sabio, que reúne a la vez todas las cualidades del corazón y del espíritu en un grado inminente. Usted quiere saber si acepto la dedicatoria de su obra; sí la acepto, pero a condición de que Usted diga en ella que lo hace a su amigo Bolívar y no al Jefe de Colombia (negrita agregada). (4)

Asimismo, cuando a través de una misiva fue alabada su obra literaria por el general inglés sir Robert Wilson, Bolívar le respondió así:

Mis servicios son muy inferiores a los de otros que se han consagrado a la buena causa de los pueblos; pero mi destino ha querido que una vasta porción del mundo haya aprovechado de mis combates para romper sus cadenas. Este es todo mi mérito; y, sin embargo, Vuestra Merced me atribuye sucesos a que no tengo derecho. [5]

Es por esta sencillez en la personalidad de Bolívar que siempre repudió a quienes lo adulaban en virtud del poder que ejercía, lo cual también se encuentra descrito en el retrato moral que Luis Perú de Lacroix hizo del Libertador: “Desprecia la vil lisonja y los bajos aduladores” (6).

Tal era la humildad del Libertador que, como hemos escrito anteriormente, renunció muchas veces al mando una vez liberadas las naciones del yugo español que se había prometido en el juramento del Monte Sacro en Roma, que decía que no se creía necesario para dirigir a Colombia por cuanto ya esta nación estaba regida por leyes sabias y por ciudadanos virtuosos e ilustrados; así se lo expreso a Joaquín Mosquera: “La renuncia que yo hago de la Presidencia de Colombia no debe afligirlo a Usted. Ahora es cuando yo soy menos necesario, porque ahora Colombia está gobernada por leyes sabias y tiene ciudadanos virtuosos e ilustrados que completaran su dicha”. (Negrilla agregada). [7]

Debemos recalcar que cuando Bolívar anuncia al presidente del Congreso su renuncia, manifiesta que su persona no hace la menor falta, mostrando así una sublime humildad de su cualidad moral; sin embargo, también manifiesta que siempre esta dispuesto a defender a su patria como un soldado, lo cual lo eleva a los confines que solo las grandes almas pueden alcanzar y se hacen inmortales para siempre: “Yo, pues, renuncio, por última vez, a la Presidencia de Colombia: jamás la he ejercido; así no puedo hacer la menor falta. Si la patria necesitare de u soldado, siempre me tendrá pronto para defender su causa”. (8)

Traeremos a continuación una narración sobre un hecho en que participa el Libertador, donde demuestra inclusive la sencillez que muchas veces mostraba hasta en su manera de vestir y de actuar frente a los integrantes del pueblo llano, la cual nos cuenta Luis Perú de Lacroix en su Diario de Bucaramanga:

Así conversando llegamos a una casita muy miserable, donde Su Excelencia quiso descansar un rato: la dueña de ella nos ofreció al momento dos asientos que eran los únicos que tenia, uno lo brindó al General Soublette y el otro a mí, no haciendo caso del Libertador, a quien no conocía. El General Soublette y yo estábamos vestidos de uniforme y el Libertador de paisano con una pequeña chaqueta blanca, lo que le pareció la ninguna atención de parte de la mujer. Yo brindé mi asiento a Su Excelencia y me senté en el suelo, pero entonces la mujer me trajo una esterita. Al cabo de un instante el Libertador preguntó a la dueña de la casa si tenía mucha familia y entonces ésta le presentó dos chiquitos: Su Excelencia le dio a cada uno de ellos un escudillo de oro y un doblón de cuatro pesos a la madre, que mucho se sorprendió de ver que el peor vestido y aquel a quien no había obsequiado fuese tan generoso: desde luego se imaginó que era el Libertador y, echándose de rodillas, le pidió perdón por no haberlo conocido: Su Excelencia la hizo poner de pie y le preguntó por su marido; conversó un rato con ella y volvimos a tomar el camino a Bucaramanga, corriendo detrás del Libertador, que se había largado al galope después de haber perdido de vista a la mujer. (9)

[1] Luis Perú de Lacroix (2003) Diario de Bucaramanga. (Vida pública y privada del Libertador) . Caracas: Editorial El Centauro. p.18.
[2] Carta al general Francisco de Paula Santander, Ocaña, 17 de agosto de 1820.
[3] Discurso de Angostura, 15 de febrero de 1819.
[4] Carta al señor Juan Manuel Restrepo, historiador estadista y autor de la obra Historia de Colombia, Chancay, 10 de noviembre de 1824.
[5] Carta al general sir Robert Wilson, Potosí, 29 de octubre de 1825.
[6] Luis Pérú de Lacroix, ob. cit., p118.
[7] Carta a Joaquín Mosquera, Lima, 7 de abril de 1825.
[8] Carta al Presidente del Congreso, Pativilca, 9 de enero de 1824.
[9] Luis Pérú de Lacroix, ob. cit., p 146-147

IGOR GARCÍA/CIUDAD CCS

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