El libro fue publicado por
primera vez por el gobierno de Anzoátegui y la editorial Vadell Hermanos, en el
año 2008, luego por la editorial Alba Bicentenaria y reeditado por Monte Ávila
en 2012, con prólogo de Tarek William Saab.
Argotti Córcega se dedicó durante
años a escudriñar en los archivos de Bolívar, tanto en los documentos políticos
y militares, como en las cartas a familiares y amigos.
En su rol de militante del
proceso revolucionario venezolano, percibió que, no obstante, estar esta nación
guiada por el pensamiento del Libertador Simón Bolívar y de existir dentro de
nuestra Constitución una alusión directa a su moral y su ética, no existía un
texto con una síntesis de ese ideario.
“Por estas razones fundamentales
me involucré en este proyecto. No concebía cómo podía existir un divorcio entre
nuestra Constitución y nuestro nombre del pensamiento que había guiado al
presidente Chávez”, aseguró. Recordó y mencionó de memoria el artículo primero
de nuestra ley magna: “La República Bolivariana de Venezuela es
irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus
valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de
Simón Bolívar, el Libertador”.
“En ese momento me asigné la
tarea de recabar la información necesaria en los archivos del Libertador que
constan de 28 tomos de correspondencia oficial, tres tomos de decretos y 8
tomos de cartas para familiares y amigos. Investigué en todos esos archivos
separando los textos donde estuviera algún pensamiento relacionado con la
ética, con la moral y con los valores humanos”, indicó.
Una vez recopilado el material lo
dividió en tres secciones. La primera llamada Bolívar, una razón ética,
subdividida a su vez en Nociones de Ética y Moral; Conocimientos de Simón
Bolívar sobre la Ética; Necesidad de la enseñanza de la Moral; El Poder Moral
propuesto por el Libertador; La Ética y la Moral en el pensamiento y en la
Acción del Libertador; Cuán espantoso es dejar de creer en la virtud: la Ética
en el Poder Público; La Ética del gobernante; Bolívar y su Humildad ante el
Poder Público; Ética de Bolívar sobre la administración de los recursos
públicos; La severa conducta de los funcionarios públicos y Bolívar ante los
bienes.
La segunda sección es Ética
Individual. Se refiere a la Moral Individual, honor, honradez, reputación,
rectitud, decoro, optimismo, gratitud, humildad, constancia, sinceridad,
moderación, prudencia, sabiduría y, además, incluye los antivalores repudiados
por el Libertador, mencionando: egoísmo, ambición, traición, corrupción,
burocratismo, e impunidad.
La tercera, Ética social y
colectiva incluye La moral social, libertad, igualdad, obediencia a la ley,
patriotismo, solidaridad, amistad y Unámonos y seremos invencibles.
“No sabía que estaba trabajando
en algo que hasta el momento no se había hecho. Fue la periodista Lourdes Navas
quien escribió recientemente que había realizado un trabajo para la Fundación
de Periodistas Bolivarianos de América, quien le indicó que, después de haber
culminado una revisión de los más de 40 mil títulos escritos sobre el
Libertador, no había uno solo dedicado al tema de la ética y la moral. Según
este trabajo, existen capítulos o menciones en muchos de ellos sobre el tema,
pero ninguno había sido dedicado sólo a este punto”, dijo.
En apenas tres días de muestra en
la Feria Internacional del Libro, realizada en Caracas, el libro se agotó en
los lugares donde estuvo a la venta. También recibió misivas del rey de España
y de la Sociedad Bolivariana de aquel país, donde ha llegado en sus diversas
ediciones.
Se le preguntó a Argotti Córcega
sobre el aporte que su libro podría dar al proceso revolucionario que se vive
actualmente.
Dijo que la dirigencia de la
Revolución necesita de hombres y mujeres que practiquen el ideario moral y
ético del Libertador.
“Se necesitan dirigentes probos,
gente honesta en el desempeño de los cargos públicos, personajes de una moral
muy alta en el desempeño de sus funciones, porque es la única manera que
nuestra Revolución funcione con eficiencia. La responsabilidad, la lealtad, el
compromiso deben ser las premisas de los funcionarios públicos para acabar con
la deslealtad, la ineficacia y la ineficiencia de personas que en vez de contribuir
con el desarrollo del proceso, lo atrasan y entorpecen. El pueblo le teme más a
la falta de ética que al mayor de los imperios, porque una gestión sin ética
corroe a la sociedad y sus integrantes”, enfatizó.
El éxito que ha tenido su escrito
ha sido tanto en el país como fuera de él. “Yo creo que es una imperiosa
necesidad dar a conocer el contenido de este libro en las universidades, en las
escuelas y liceos; que se discuta en círculos y que el Ministerio de Educación
emita una edición masiva para que todos tengan acceso a estas ideas. Por mi
parte, no tengo aspiraciones financieras con el mismo. Quiero que esa idea
bolivariana se difunda por todos los rincones del país y que los venezolanos se
impregnen de esa ética para ponerla en práctica en su vida pública y privada”,
afirmó.
LA ÉTICA DE SIMÓN BOLÍVAR
La moral y la ética no se pueden
tocar ni manipular; no pueden inyectarse en el torrente sanguíneo ni pueden
comprarse en los supermercados. Sin embargo, una sociedad sin estos elementos
sucumbe ante la corrupción, el despilfarro y la desidia, contribuyendo al
desmembramiento de las familias y las repúblicas.
“Moral y luces son nuestra
primeras necesidades”, dijo Bolívar en el Congreso de Angostura. Las colocaba
por encima del alimento, del vestido o de la oración y precisaba que la
dominación del país se había dado más por la ignorancia que por la fuerza, por
lo que solicitaba que la educación de los valores se propagara desde las
familias, formando ciudadanos morales y virtuosos.
Hugo Argotti Córcega logró
aglutinar todos los pensamientos bolivarianos referidos a la moral en un libro
que llamó Ética del Libertador, como un aporte al proceso revolucionario y en
concordancia con nuestra Constitución.
Desglosando la edición de Monte
Ávila Editores, conseguimos que el autor inicia su obra suministrando conceptos
de ética y moral, para enmarcar todos los documentos en los que el Libertador
se refirió a estos conceptos.
“…dentro de la crisis general que
puede padecer una sociedad, no ha habido la menor duda en reconocer que la peor
es la pérdida de la moral de un pueblo determinado y, por tanto, en el
individuo como tal, tanto en las más simples actividades cotidianas como, por
ejemplo, en la gran responsabilidad que tienen los gobernantes de una nación”,
señala el autor en la introducción de su obra.
Para definir el término ética
acude al filósofo David García Bacca, quien la conceptúa como “costumbre,
moral”, mientras que la moral es definida como “…la ética aplicada”, según
Ángel Martín Sánchez.
ENSEÑAR LA MORAL
“La educación popular debe ser el
cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y luces son los polos
de una república”, dijo el Libertador ante los legisladores de Angostura en 1819.
Más adelante expresa: “Un pueblo
ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la
intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de
todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que
son puras ilusiones, toman la licencia por la libertad; la traición por el
patriotismo; la venganza por la justicia”.
Esa enseñanza de la moral, según
Bolívar, en carta a Guillermo Blanco White, debía iniciarse por los
legisladores. “La educación forma al hombre moral, y para formar un legislador
se necesita ciertamente de educarlo en una escuela de moral, de justicia y de
leyes”.
Sobre este tema abundan los
ejemplos en el libro de Argotti Córcega, tales como la carta donde explica el
tipo de educación que desea para su sobrino Fernando Bolívar, la aprobación de
escuelas para niños y niñas en el Perú y otra larga serie de documentos donde
se observa su permanente preocupación por la enseñanza de las virtudes en los
ciudadanos.
LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS
“Desde ahora os hago conocer que
todo empleado, sea militar o político, lo será para servir y no para
presentarse con pomposas decoraciones y para obtener sueldos extraordinarios
que debilitaron e hicieron ridícula nuestra república naciente”, aseguró
Bolívar, el 13 de agosto de 1813, cuando arribó a Caracas, luego de haber triunfado
en la Campaña Admirable.
Años después, cuando se
encontraba en Lima, en 1824, el Libertador emite un decreto drástico, con el
fin de erradicar la corrupción que en ese momento hacía estragos en la
administración del país.
“Simón Bolívar Presidente.
Teniendo presente 1° Que una de las principales causas de los desastres en que
se ha visto envuelta la República ha sido la escandalosa dilapidación de sus
fondos, por funcionarios que han intervenido en ellos. 2° Que el único medio de
extirpar radicalmente este desorden es dictar medidas fuertes y
extraordinarias, he venido a decretar y Decreto: Artículo 1°. Todo funcionario
público, a quien se le convenciere en juicio sumario de haber malversado o
tomado para sí de los fondos públicos de diez pesos para arriba, queda sujeto a
la pena capital”.
Humildad
HUGO ARGOTTE CÓRCEGA
Se entiende por humildad a la
virtud que resulta del sentimiento voluntario a mostrarse de manera modesta y
sincera ante los demás. Esa cualidad moral también fue cultivada por Simón
Bolívar, tal como se describe sobre su personalidad Luis Perú de Lacroix en su
retrato moral:
El Libertador tiene energía; es
capaz de una resolución fuerte y sabe sostenerla. Sus ideas nunca son comunes,
siempre grandes, elevadas y originales. Sus modales son afables y tiene el tono
de los europeos de la alta sociedad. Practica una sencillez y modestia republicana
(1).
Corrobora la descripción que hizo
Luis Perú de Lacroix de Bolívar, entre otros escritos, el contenido de una
carta que le envía al general Francisco de Paula Santander, en la cual, entre
otras situaciones, le manifiesta que prefiere la modestia que la petulancia
arrogante, observándose así la humildad en su personalidad: “… Lo que usted
dice sobre la Gaceta es muy acertado, y convengo que hay mucha delicadeza en la
defensa de su circunspección, y también convengo que me agrada infinitamente más
la frialdad modesta, que la petulancia arrogante”. (2)
Mayores pruebas de la humildad en
Simón Bolívar están referidas al hecho de que una vez conferido el titulo del
Libertador y Jefe Supremo de la Patria, sin embargo no hizo ostentación de ello
ni se valió de los altos cargos que ocupó en el Gobierno para tener una
conducta arrogante y prepotente, sino por el contrario siempre manifestaba ser
un simple soldado y un buen ciudadano; por ello en el Discurso de Angostura
expresó: “En este momento el Jefe Supremo de la República no es más que un
simple ciudadano; y tal quiere quedar hasta la muerte”. (3)
Y cuando el historiador y
estadista Juan Manuel Restrepo, y autor de la obra denominada Historia de
Colombia quiso dedicársela, lo único que le exigió fue que lo hiciera, pero
dedicada a un amigo y no al jefe del Estado. Veamos:
He tenido la satisfacción de
recibir la apreciable carta de Usted por la cual me ofrece la dedicatoria de la
Historia de Colombia. Un sabio dedicándome la historia de mi patria es el
testimonio de aprecio más lisonjero que puedo recibir en mi vida; y si este
autor es mi amigo, y uno de los más amables hombres del mundo, mi placer se
colma y mi gratitud no tiene límites. Sí, querido amigo, Usted es este autor,
este amable sabio, que reúne a la vez todas las cualidades del corazón y del
espíritu en un grado inminente. Usted quiere saber si acepto la dedicatoria de
su obra; sí la acepto, pero a condición de que Usted diga en ella que lo hace a
su amigo Bolívar y no al Jefe de Colombia (negrita agregada). (4)
Asimismo, cuando a través de una
misiva fue alabada su obra literaria por el general inglés sir Robert Wilson,
Bolívar le respondió así:
Mis servicios son muy inferiores
a los de otros que se han consagrado a la buena causa de los pueblos; pero mi
destino ha querido que una vasta porción del mundo haya aprovechado de mis
combates para romper sus cadenas. Este es todo mi mérito; y, sin embargo,
Vuestra Merced me atribuye sucesos a que no tengo derecho. [5]
Es por esta sencillez en la
personalidad de Bolívar que siempre repudió a quienes lo adulaban en virtud del
poder que ejercía, lo cual también se encuentra descrito en el retrato moral
que Luis Perú de Lacroix hizo del Libertador: “Desprecia la vil lisonja y los
bajos aduladores” (6).
Tal era la humildad del
Libertador que, como hemos escrito anteriormente, renunció muchas veces al
mando una vez liberadas las naciones del yugo español que se había prometido en
el juramento del Monte Sacro en Roma, que decía que no se creía necesario para
dirigir a Colombia por cuanto ya esta nación estaba regida por leyes sabias y
por ciudadanos virtuosos e ilustrados; así se lo expreso a Joaquín Mosquera:
“La renuncia que yo hago de la Presidencia de Colombia no debe afligirlo a
Usted. Ahora es cuando yo soy menos necesario, porque ahora Colombia está
gobernada por leyes sabias y tiene ciudadanos virtuosos e ilustrados que
completaran su dicha”. (Negrilla agregada). [7]
Debemos recalcar que cuando
Bolívar anuncia al presidente del Congreso su renuncia, manifiesta que su
persona no hace la menor falta, mostrando así una sublime humildad de su
cualidad moral; sin embargo, también manifiesta que siempre esta dispuesto a
defender a su patria como un soldado, lo cual lo eleva a los confines que solo
las grandes almas pueden alcanzar y se hacen inmortales para siempre: “Yo, pues,
renuncio, por última vez, a la Presidencia de Colombia: jamás la he ejercido;
así no puedo hacer la menor falta. Si la patria necesitare de u soldado,
siempre me tendrá pronto para defender su causa”. (8)
Traeremos a continuación una
narración sobre un hecho en que participa el Libertador, donde demuestra
inclusive la sencillez que muchas veces mostraba hasta en su manera de vestir y
de actuar frente a los integrantes del pueblo llano, la cual nos cuenta Luis
Perú de Lacroix en su Diario de Bucaramanga:
Así conversando llegamos a una
casita muy miserable, donde Su Excelencia quiso descansar un rato: la dueña de
ella nos ofreció al momento dos asientos que eran los únicos que tenia, uno lo
brindó al General Soublette y el otro a mí, no haciendo caso del Libertador, a
quien no conocía. El General Soublette y yo estábamos vestidos de uniforme y el
Libertador de paisano con una pequeña chaqueta blanca, lo que le pareció la
ninguna atención de parte de la mujer. Yo brindé mi asiento a Su Excelencia y
me senté en el suelo, pero entonces la mujer me trajo una esterita. Al cabo de
un instante el Libertador preguntó a la dueña de la casa si tenía mucha familia
y entonces ésta le presentó dos chiquitos: Su Excelencia le dio a cada uno de
ellos un escudillo de oro y un doblón de cuatro pesos a la madre, que mucho se
sorprendió de ver que el peor vestido y aquel a quien no había obsequiado fuese
tan generoso: desde luego se imaginó que era el Libertador y, echándose de
rodillas, le pidió perdón por no haberlo conocido: Su Excelencia la hizo poner
de pie y le preguntó por su marido; conversó un rato con ella y volvimos a
tomar el camino a Bucaramanga, corriendo detrás del Libertador, que se había
largado al galope después de haber perdido de vista a la mujer. (9)
[1] Luis Perú de Lacroix (2003)
Diario de Bucaramanga. (Vida pública y privada del Libertador) . Caracas:
Editorial El Centauro. p.18.
[2] Carta al general Francisco de
Paula Santander, Ocaña, 17 de agosto de 1820.
[3] Discurso de Angostura, 15 de
febrero de 1819.
[4] Carta al señor Juan Manuel
Restrepo, historiador estadista y autor de la obra Historia de Colombia, Chancay,
10 de noviembre de 1824.
[5] Carta al general sir Robert
Wilson, Potosí, 29 de octubre de 1825.
[6] Luis Pérú de Lacroix, ob.
cit., p118.
[7] Carta a Joaquín Mosquera,
Lima, 7 de abril de 1825.
[8] Carta al Presidente del
Congreso, Pativilca, 9 de enero de 1824.
[9] Luis Pérú de Lacroix, ob.
cit., p 146-147
IGOR GARCÍA/CIUDAD CCS
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