Breve crónica del mayor robo jamás perpetrado. Por Andrés
Piqueras
A
finales de los años 70 del siglo XX se hizo evidente que la maquinaria de
producción capitalista se había estancado de nuevo. La enfermedad crónica del
capitalismo se había vuelto a manifestar: la sobre-acumulación de capital.
Demasiada concentración tecnológica por unidad de producción, a costa del
trabajo humano.
Como
quiera que sólo de este último se extrae plusvalía, la consecuencia es una
decadencia de la misma y por tanto de la ganancia final que los capitalistas
reciben cuando venden las mercancías producidas, diseñadas o servidas por la
fuerza de trabajo. Es decir, una generalizada pérdida de rentabilidad de las
inversiones capitalistas. Y si hay pérdida de rentabilidad desciende la
inversión en la esfera productiva, con lo cual baja también la productividad.
Frente
a ello el Capital (en mayúsculas, como capitalista colectivo) emprende un
conjunto de dinámicas orientadas a paliar el descenso de la rentabilidad:
incremento de la explotación de la fuerza de trabajo; aceleración de los
desplazamientos de capital hacia las periferias del Sistema, allí donde había
(y hay todavía) más expectativas de rentabilidad, dado que no se ha dado el
proceso de sobreacumulación (desplazamientos más posibles porque coinciden con
la segunda globalización de la economía capitalista); hay un desplazamiento
también técnico-organizativo, hacia nuevas ramas de inversión (sobre todo la
"economía inmaterial" o "nueva economía"); y asimismo se da
un desplazamiento hacia los circuitos que hasta ese momento eran secundarios en
la acumulación de capital (el suelo, la vivienda, las hipotecas), con la
consiguiente gestión del territorio de cara a su valorización especulativa
(haciendo del conjunto del hábitat una mercancía, lo que lleva emparejada su
depredación).
Se
emprende, concomitantemente, un paquete de políticas tendentes a deteriorar la
condición salarial: desinversión selectiva y reorientación hacia un tipo de
producción flexible, ligera; reducción de la masa salarial a partir de la
desvinculación de los salarios respecto de la productividad y el subsecuente
declinar de los salarios reales; inhibición de la inversión pública que
conlleva el deterioro de lo público y de la "seguridad social".
Conduciendo todo ello a la entrada en una era de inseguridad colectiva.
Habrá
además una dinámica que incidirá especialmente en el desmontaje de lo que hasta
entonces había sido el Estado Social (para muchos "de bienestar"): la
apropiación privada por parte de los grandes capitales de más y más parcelas de
la riqueza social (esto es, una nueva desposesión masiva de la población1).
Para ello fue necesario todo un paquete de contra-reformas:
a)
reducción de aportes patronales a la seguridad social;
b)
tributación regresiva;
c)
incremento de las oportunidades de inversión de capital excedente a través de
privatizaciones masivas (continua privatización de lo público);
d)
legalización de trabajos precarizados;
e)
significativo descenso de los empleos y de los salarios públicos.
Para
el Capital la gobernanza o gobernabilidad significaría en lo sucesivo que todo
esto se pudiera hacer sin insurrección de las poblaciones.
La financiarización de la
economía (y de la sociedad)
Pero
faltaba aún otro desplazamiento de consecuencias letales: el que ha consistido
en "huir" de la producción y por tanto de la normal y
"sana" dinámica de acumulación, para derivar cada vez más capitales
(los que resultan en potencia del beneficio conseguido con los otros
desplazamientos nombrados y también del saqueo de la riqueza colectiva) hacia
las finanzas. De nuevo había que cumplir un requisito o paso previo para ello:
liberalizar el mundo financiero que tanto había costado domeñar en los Acuerdos
de Bretton Woods tras todo el cúmulo de desmanes financieros que se había
iniciado a fines del XIX y que finalizó en la catástrofe del 29.
El
pistoletazo lo daría EE.UU. el 15 de agosto de 1971, al desvincular el dólar
del patrón oro.
En
seguida el resto de potencias capitalistas haría lo propio con sus monedas. A
partir de entonces éstas no tendrían ningún anclaje material y podían
"flotar" a merced de las apuestas y especulaciones sobre ellas.
Los
procesos seguidos en casi todo el planeta responderían en adelante a unos
mismos patrones, que comienzan por la desregulación del sistema bancario y de
las finanzas, desmantelando primero los mecanismos de control financiero o las
instituciones financieras keynesianas y des-reprimiendo al capital a interés
para posibilitar la base especulativo-rentista que caracterizaría después al
(actual) capitalismo degenerativo. Ello ha permitido hasta hoy crecer a costa
del endeudamiento.
Además,
Estados como los europeos hacen dejación de su soberanía, permitiendo que los
Bancos Centrales se independicen de ellos, mientras que ellos mismos pasan a
emitir títulos de deuda en los mercados financieros mundiales, con lo que
entran como cualquier otra entidad en el "rating internacional de riesgo"
dictaminado por agencias privadas, obligándose a llevar a cabo políticas
ortodoxas monetarias y fiscales subordinadas a los intereses del capital
financiero internacional. Al mismo tiempo, se da un creciente bombeo de la
renta y el ahorro, (tanto presente como colocado en forma de futuras pensiones
o ahorros de futuro) hacia los mercados financieros, agrandado la importancia
de éstos, así como, en consecuencia, el aumento de las cotizaciones bursátiles.
Se desarrollan además los productos derivados financieros (especulaciones sobre
posibilidades de futuro de divisas y valores) activados por las nuevas
fluctuaciones creadas por la liberalización de los controles financieros. Se
genera con todo ello una ingente masa de capital ficticio 2 .
El
capital a interés ficticio busca obtener beneficios a través de la actividad
financiera pura, desligada de la esfera productiva. El atasco en la ganancia
vía plusvalía industrial y la expectativa de ganancias en el ámbito
financiero-especulativo hace que además muchas corporaciones no financieras se
enganchen directamente en actividades financieras y las finanzas comiencen a
regular la actividad de las empresas y a dictar las normas en los mercados
laborales.
El
hinchado valor bursátil de activos y propiedades hizo que más y más sectores de
la sociedad entraran en ese desquiciado juego (era la fase en que parecía haber
un pequeño especulador en cada individuo). La mayoría perdería en el mismo,
como se explica a continuación.
Saqueo
universal y autocolonización
Con
aquellas medidas los grandes capitalistas del mundo se despejaban el camino
para apropiarse arteramente de nuestros patrimonios. Pero no deja de ser
reseñable el hecho de que después de haber saqueado a través de las sucesivas
colonizaciones la mayor parte de territorios del planeta, se detengan ahora a
espoliar la propia casa (las sociedades de las antiguas metrópolis). Lo cual no
puede sino ser descrito como un proceso de auto-colonización o
auto-fagocitación (consistente en devorar la riqueza social previamente creada).
Proceso que ha sido también llamado "acumulación por desposesión" o
bien "despojo universal". Entre otros procesos que lo ilustran vale
la pena mencionar al menos los siguientes:
.-
Privatización de la riqueza social y cultural acumulada a través de generaciones.
Afecta, entre otros aspectos, a los servicios públicos (sanidad, educación,
transporte, comunicaciones, etc.); infraestructuras (red viaria,
instalaciones.) y patrimonio construido.
.-
Privatización también del patrimonio natural. Mercantilización de la naturaleza
en todas sus formas.
.-
Apropiación de tierras. Eliminación de propiedades comunales o colectivas y
consiguientes desplazamientos de poblaciones campesinas (sustitución de
agricultura campesina o familiar por agroindustrias; intensificación de la
desaparición de formas de producción y consumo no capitalistas).
.-
Mercantilización de los recursos genéticos.
.-
Derechos de propiedad intelectual o patentes sobre recursos ajenos.
.-
Empresarización y/o privatización de instituciones públicas (como las
Universidades e incluso la Administración).
.-
Apropiación militar directa de los recursos y materias primas más codiciados.
En
este capítulo entran asimismo las técnicas financieras de desposesión:
.-
Promociones fraudulentas de títulos.
.-
Destrucción deliberada de activos mediante la inflación y a través de fusiones
y absorciones.
.-
Endeudamiento generalizado (por encima de la capacidad de pago) que genera un
disciplinamiento de las sociedades así como formas modernas de servidumbre por
deudas.
.-
Fraudes empresariales
.-
Desposesión de activos mediante la manipulación del crédito y las cotizaciones
(p.e. el saqueo de los fondos de pensiones)
.-
Ofensiva especulativa de los fondos de riesgo ("hedge funds"), etc.
Con
estas premisas, todas las dinámicas de corrupción que se acentuarían
sobremanera desde los años 70 hasta aquí, no serían sino la parte más
superficial de todo el entramado metabólico de saqueo que se había estado
construyendo (el que aquellas dinámicas salgan de vez en cuando a la luz es
resultado de luchas intestinas de las altas esferas, donde unos revelan trapos
sucios de otros para sacudirse competencia o renovar élites).
Sólo
faltaba un último toque a todo este plan: comenzar a sembrar el mundo de
"paraísos fiscales" para guardar el enorme botín del Gran Robo.
A mediados de los 70 del
siglo XX se dispararía esa operación.
Según
la publicación de la "Tax Justice Network"(Red para la Justicia
Global), en 2015 había unos 26 billones de euros ocultos y libres de impuestos
en los diversos paraísos fiscales (lo que supone aproximadamente un tercio del
PIB mundial).
¿Cómo
puede ser que hoy escandalice que las grandes fortunas lleven su dinero a
espuertas a lo que los dueños de aquéllas llaman "paraísos", y que en
realidad deberían ser llamados "cuevas de latrocinio"? ¿Para qué si
no iban a crearlas?
Como
quiera que a los Grandes Capitales la tributación regresiva (consistente en
gravar menos y menos a los que más tienen) no les era suficiente, se dedicaron
al fraude fiscal generalizado y a la evasión de impuestos. Si en España en 1995
las rentas del trabajo sufrían una carga impositiva del 16,4% del PIB, las
rentas del capital sólo llegaban al 7,4%, es decir, menos de la mitad. Trece
años después, en 2008, la situación apenas había variado: 16,7% para las rentas
del trabajo, 8,6% para las del capital. Esto hace que lo recaudado de la
población trabajadora sea más de 9 veces el monto total recaudado del ámbito
del capital.
Todo
ello al margen de la evasión y el fraude fiscal, que serían escandalosos si es
que tuviéramos todavía capacidad de escandalizarnos. Veamos de nuevo el ejemplo
español. Según GESTHA, organismo sindical de los técnicos del Ministerio de
Hacienda (http://www.gestha.es/), las grandes fortunas y empresas españolas
evadieron 42.771 millones de euros sólo en 2010. Si a ello añadimos la evasión
de la pequeña y mediana empresa, según esa misma fuente, obtenemos 59.032
millones. Sumando a esto el fraude a la seguridad social que se realiza a
través de la economía sumergida, nos da la enorme suma de unos 90.000 millones
de euros (aunque hay una posterior rectificación de los datos que sube la
primera de aquellas dos sumas a alrededor de 70.000 millones y la total a algo
más de 100.000 millones de euros; recordemos que los recortes sociales que
venían impuestos por el gobierno del PSOE para el periodo 2010-2013 sumaban
50.000 millones de euros).
El Gran Robo como "derecho internacional"
informal impuesto por EE.UU.
El
ambicioso proyecto de construcción del capitalismo global a imagen del
estadounidense, imbricado en esa suerte de "Open Door" de EE.UU.
hacia afuera (en lo que sería un Imperio por inundación o anegación), iba a
emprenderse a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial para trasladar la
jurisprudencia USA al resto del planeta, y con ella después el conjunto de
dispositivos y medidas del Gran Robo, que pasarían a blindarse a través de toda
clase de Acuerdos y Tratados.
Así,
un aspecto importante de lo que significan Tratados como el TTIP (EU-EEUU), es
que están creando un "derecho internacional" informal que en realidad
está basado en las leyes y la jurisprudencia de EEUU (porque ningún Tratado o
Acuerdo con este país puede contradecir las leyes o el Congreso de EEUU, ni
EE.UU. acepta ninguna decisión de organismo multinacional que le contravenga).
Es decir, que todos los Tratados firmados por este país institucionalizan de
jure la aplicación extraterritorial de las leyes de EEUU. La liberalización
comercial (OMC y Tratados de libre comercio) potencia esa operación a escala
mundial.
Las
otras potencias capitalistas aprenderían del camino trazado, para hacer lo
propio con otras formaciones menores. No es de extrañar, por ello, que en 1997
se realizaran 1850 Tratados Bilaterales (se había firmado uno cada dos días y
medio). Son reflejo de la necesidad imperiosa de construir un "modelo
económico" universal y libre de responsabilidades sociales (proceso de
disolución social) y con posibilidades ilimitadas de enriquecimiento para las
elites (extrema desigualdad), lo que paso a paso se logra a partir de los años
90 con la creación del sistema legal supranacional que va despojando de su
soberanía popular a los pueblos vía los Tratados y Acuerdos de comercio e inversiones
que expanden los derechos de la propiedad privada de los monopolios (aplicando
la ley estadounidense en casi todos los casos).
Pero al hacerse único el capitalismo
"made in USA" se pierde a sí mismo
Justo
al cumplir el sueño de un "capitalismo global" y al identificar ese
capitalismo con el propio, las cosas empezaron a torcerse para el Imperio del
Mundo.
No
podríamos entenderlo si no consideramos la secuencia de procesos difícilmente
controlables que dejó la caída del Bloque Soviético:
1)
Se completó de nuevo, tras el lapsus de la desconexión soviética, un único
Sistema Mundial capitalista (ayudado por la entrada de China en la OMC y
aceptación de sus reglas del juego). Se consiguió así un único mercado global y
(casi) una única fuerza de trabajo mundial. También un ingente ejército de
reserva que permitió la acentuación de la importación masiva de fuerza de
trabajo por parte de las economías centrales de ese Sistema (así como de otras
formaciones sociales), desde las periferias del mismo (con la excepción de la
fuerza de trabajo china), una vez que ya no había "otro mundo" no
capitalista.
2)
Todo ello redujo el poder social de negociación de la población asalariada en
casi cualquier parte del planeta, con la consiguiente destrucción de condiciones
laborales y salariales y el desguace de la negociación colectiva. Esto
posibilitó frenar aún más los procesos de automatización de las principales
economías capitalistas, dado que cuando la mano de obra es tan barata no
compensa, o no tanto, la introducción de maquinaria o tecnología.
Así
que la caída del enemigo sistémico (el mismo que ya había "salvado"
al propio Sistema al forzar el keynesianismo en las formaciones centrales
capitalistas) ayudó a sobrevivir al capitalismo por el lado de la valorización
(o producción de plusvalía). Pero por otra parte se despejaron con ello las
dinámicas de saqueo y destrucción de las condiciones laborales y sociales que
hemos visto, con lo que se agravaron las contradicciones del Sistema por el
lado de la realización (o venta de lo producido), pues el ciclo
liberal-degenerativo conduce inexorablemente al deterioro del consumo de masas.
Llegábamos
así a un círculo vicioso recesivo: falta de inversión productiva, falta de
productividad, falta de crecimiento, sobredosis de explotación de la población,
re-mercantilización de las necesidades sociales, deterioro de los salarios,
descenso del empleo, caída en picado la capacidad de consumo.
Círculo
que fue solventado pasajeramente mediante el préstamo masivo, que condujo a la
expansión del crédito y al paroxismo del endeudamiento generalizado de
empresas, familias, Administraciones públicas e incluso Estados.
Tan
masivo que resultó una trampa. Multiplicó todo un capital que confiaba en la
devolución de las deudas y se acrecentaba ficticiamente especulando en las
finanzas. Cuando empezaron los impagos en masa, les siguieron las quiebras
también masivas.
Pero
entonces se perpetra un nuevo Robo: con el dinero de toda la población se
rescata a empresas, financieras y Bancos. Este es el "socialismo
capitalista": socialización de las pérdidas de los ricos y apropiación por
los ricos de la riqueza de todos. Pero con ello cada vez queda menos riqueza
social de la que apropiarse.
¿Y
ahora qué hacen para seguir adelante, o al menos para simular que el
capitalismo global sigue funcionando?: inventarse más dinero.
Crear
dinero de la nada a mansalva. Primero la Reserva Federal de EE.UU., después el
Banco Central de Inglaterra y el de Japón y ahora el Banco Central Europeo.
Este último está sacándose de la chistera 80.000 millones de euros al mes para
sanear las cuentas de la Banca, sin que apenas nada de ese dinero llegue a la
gente.
¿Todo esto puede seguir siendo capitalismo?
Llegados
a este punto tendríamos que hacernos una pregunta trascendental. Si el
capitalismo global muestra crecientes dificultades para combinar la
tecnificación con la plusvalía, si lógicamente con la automatización tiene cada
vez más problemas para conseguir la asalarización de la fuerza laboral, si el
consumo por tanto no puede sostenerse sin crédito y éste deja de fluir, si está
acumulando cada vez más a través del saqueo, sin reinversión productiva de las
ganancias. ¿Es esto, estrictamente hablando, capitalismo?
El
capitalismo debe su existencia al proceso de conversión del dinero en capital,
a la apropiación privada de los medios de producción y a la explotación del
trabajo ajeno en forma de plusvalía que procure ganancia. En la actualidad
tenemos una involución de dos de esos procesos: hay una creciente re-conversión
del capital en dinero (derivación de las inversiones productivas hacia el
dinero bancario y financiero, e incluso la conversión de gran parte de esas
formas de dinero en "ficticias"); y hay una creciente incapacidad de
asalarización de la población, obliterándose a la larga el proceso de
extracción de plusvalía. Sólo va quedando de la dotación originaria del
capitalismo la retención de los medios de vida por una insignificante minoría
de la población, menos del 1% de la misma3. Lo que conduce a una concentración
de los medios de producción, de comercialización y de las finanzas nunca antes
vista.
Una
minoría que ahora buscaría, en un desesperado intento de compensar la caída de
la tasa de ganancia y de las inversiones rentistas (los ricos no saben en qué
invertir, de ahí la hinchazón de los "paraísos fiscales"), la
mercantilización de todo lo que hay en la Naturaleza y de todo lo que hacen los
seres humanos para conservar la vida. Buena parte del crecimiento en la
actualidad proviene del paso de actividades que no entraban en la economía
monetaria a convertirse en mercancías: los cuidados, las interacciones y
comunicaciones humanas de todo tipo, los juegos, lo que hacemos unas por otras,
el sol, el aire, la Vida...
Sólo
un crack sin precedentes podría restablecer la dinámica habitual de las Grandes
Crisis: depuración de ingentes capitales no competitivos e improductivos para
reemprender un nuevo ciclo de crecimiento. ¿Pero cómo realizar eso en la era
nuclear, cómo deshacerse de las monstruosas cifras de capital ficticio
circulando por el planeta, que pueden alcanzar más de 20 veces el PIB mundial,
cómo destrozar todo un entramado productivo mundial manteniendo la
"gobernanza"?
Además,
el camino a seguir tras ese Gran Trauma sería relanzar la inversión productiva.
Esta vez, dado el desarrollo tecnológico, tendría que ser en alta tecnología
(nanotecnología, biotecnología, inteligencia artificial, robótica,
neurociencia...). Pero eso sólo podrá significar la aceleración del fin de los
empleos no sólo manuales sino de inteligencia o habilidad profesional de
cualquier tipo: todo podrá ser hecho por las máquinas androides.
De nuevo, ¿eso sería capitalismo?
Cuando
un sistema está en su fase de agonía cada vez puede ofrecer menos
"bienestar" y sí en cambio más dolor, sufrimiento y muerte para la
Humanidad, funcionando mafiosamente y saqueando crecientemente a sus propias
poblaciones. El modo de producción que viene queda por definir, en función
también, obviamente, de las luchas de las sociedades. Pero lo que queda del
capitalismo en degeneración es un tanatocapitalismo, un sistema que roba y mata
más y más mientras no termina de morir.
Notas
1
La anterior desposesión masiva consistió en la apropiación capitalista de los
medios de vida (medios de producción) de la población (una generalizada
proletarización de la misma), que se dio a lo largo de los siglos. Ésta había
sido paliada a través de las luchas históricas mediante la consecución de un
Estado Social que proveía de los medios de cobertura de las necesidades
básicas, a través de "servicios" sociales. La destrucción de esos
servicios re-proletariza a las poblaciones.
2
El capital se transforma en ficticio a través de la titularización de los
derechos de remuneración por interés. Es decir, cuando comienza a
comercializarse un capital que es deuda y que en realidad no existe (esta es la
base de su ficción, que después las finanzas complejizarán sobremanera).
Todo
este conjunto de procesos está en la base de la segunda fase universal de
financiarización (la primera se dio entre el último cuarto del siglo XIX y el
primero del XX), que en EE.UU. conllevaría la abrogación de la Ley
Glass-Steagall, en 1999 (la cual, en 1933 había introducido reformas bancarias
para controlar la especulación y demás desmanes financieros, destacando entre
sus características la separación entre la banca de depósito y la banca de
inversión).
3
Las relaciones sociales de producción (el orden social capitalista) se hace
descaradamente contradictorio con el desarrollo de las fuerzas productivas,
impidiendo más y más el beneficio de las sociedades. Pero al tiempo también nos
va dejando menos obstáculos para una Gran Transformación. En estos momentos es
más decisiva la intervención humana sobre unas estructuras en degeneración.
Por Rebelión
http://www.cantv.net/economia/
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