OPINIÓN RONALD MUÑOZ
En una primera entrega de
este trabajo realizamos un breve análisis sobre la naturaleza del fascismo. En
principio era necesario determinar tal como lo hicimos, que el fascismo como
sistema de gobierno es una emanación del sistema socioeconómico conocido como
capitalismo. También era importante esclarecer que la izquierda desde su
nacimiento siempre ha planteado la construcción de un sistema socioeconómico
diferente y antagónico al capitalismo.
Por ser precisamente la
izquierda la que ha denunciado y se ha enfrentado contra las miserias del
actual modelo socioeconómico hegemónico a nivel mundial, defender el
capitalismo fue siempre el principal objetivo de los partidos y movimientos
fascistas:
“Fui a una reunión de
marxistas, pero allí se negaba todo. La nación no era otra cosa que una
invención de los capitalistas; la patria, un instrumento de la burguesía
destinado a explotar a la clase obrera; la autoridad de la ley, un medio de
subyugar al proletariado; la escuela, una institución para educar esclavos y
también amos; la religión, un recurso para idiotizar a la masa predestinada a
la explotación; la moral, signo de estúpida resignación, etc. Nada había, pues,
que no fuese arrojado en el lodo más inmundo”. Adolfo Hitler.
“Nosotros nos diferenciamos
inconciliablemente de todas las sectas socialistas, pues rechazamos todo
internacionalismo, sea cual fuere, toda intervención del Estado en asuntos
económicos”. Benito Mussolini.
“El fascismo no es, no puede
y ni quiere ser la guardia de los privilegios del individuo o de la clase, sino
que quiere ser la guardia que tutela la seguridad y la grandeza indudable del
pueblo italiano”. Benito Mussolini.
“Crearemos una España
fraternal, una España laboriosa y trabajadora donde los parásitos no encuentren
acomodo; una España sin cadenas ni tiranías judaicas, una nación sin marxismo
ni comunismo destructores, un Estado para el pueblo, no un pueblo para el
Estado”. Francisco Franco. España.
“Los derechos humanos son
una invención, muy sabia, de los marxistas”. Augusto Pinochet. Chile.
“Prácticamente limpiamos de
marxistas la nación”. Augusto Pinochet. Chile.
Mientras la lucha de la
izquierda es por la construcción de una nueva forma de sociedad mundial, sin
explotadores ni explotados, sostenida por la distribución justa de la riqueza,
la lucha del fascismo es solo por la preponderancia geopolítica de una nación o
una raza sobre el resto de la humanidad, manteniendo el orden socioeconómico
existente con todas sus desigualdades.
EL
FASCISMO Y LA VIOLENCIA
¿Qué tienen en común la
Guerra Civil Española, la dictadura de Pinochet en Chile, la dictadura de la
Junta Militar en Argentina o la guerra interna en Colombia? Pues, que todos
estos nefastos episodios se desencadenaron a raíz de una victoria electoral de
la izquierda en elecciones abiertas y democráticas o en escenarios en los que
la victoria de la izquierda o líderes verdaderamente progresistas estaban cerca
de consumarse.
En todos estos casos fueron
siempre la derecha y la ultraderecha quienes, acostumbradas a ejercer el poder,
desarrollaron mecanismos violentos para mantenerlo aun en contra de la voluntad
de las mayorías.
En el caso de la Alemania
nazi y la Italia de Mussolini, si bien la izquierda no fue derrocada por estos
regímenes, igual se inició una brutal persecución contra toda la militancia
socialista y comunista.
EL
CLERO-FASCISMO
El clero-fascismo fue una
forma de fascismo desarrollada en países de fuerte ascendencia católica, cuyos
regímenes actuaron en contubernio con las altas jerarquías católicas,
apostólicas, romanas.
Es necesario recordar que el
socialcristianismo fue una ideología política creada por el Vaticano con la
finalidad de arrebatar el control de los sindicatos y toda clase de
organizaciones obreras a la izquierda. El fundamento del socialcristianismo fue
la encíclica Rerun Novarum del papa León XIII. Ahí se desvía por completo el
planteamiento marxista de “lucha de clases” para convertir todo en una simple
conciliación entre la clase empresarial explotadora, a la que se instaba a ser
un poquito más condescendiente con la clase explotada de los trabajadores, que
definitivamente debían aprender a contentarse con su suerte.
Entre los primeros regímenes
considerados por el Vaticano como practicantes de la doctrina socialcristiana
se encontraban nada más y nada menos que el dictador Francisco Franco, en
España; el sanguinario dictador Ante Pavelic, en Croacia; el “Duce” Mussolini,
en Italia; y poco después el no menos sanguinario Augusto Pinochet, en Chile,
hasta llegar a los partidos socialcristianos contemporáneos que participan de
manera democrática en los procesos políticos de cada uno de sus países.
EL
FASCISMO EN VENEZUELA
En nuestro país, el fascismo
germinó en su forma de “clero-fascismo” tanto a nivel de regímenes
dictatoriales como a nivel de partidos políticos.
Las dictaduras de Juan
Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez se caracterizaron por su fuerte represión
a la disidencia, la persecución contra los militantes y partidos de izquierda,
y por las grandes concesiones a la alta jerarquía eclesiástica católica en
materia económica y jurídica. Las características anteriormente mencionadas son
precisamente características del modelo político conocido como
“clero-fascismo”.
De igual forma, el partido
socialcristiano Copei fue fundado por Rafael Caldera, admirador y defensor en
nuestro suelo de regímenes como el del dictador Franco en España. Era pública y
notoria la admiración de Caldera por la dictadura franquista y su afinidad
ideológica con los postulados de aquel régimen. Tan marcada era la admiración
de Caldera por Franco al momento de fundar su partido Copei, que el símbolo del
logo del partido era la punta de una falange, que era el símbolo de los
franquistas durante la Guerra Civil española y posteriormente durante el
régimen.
Llegados a este punto
resulta difícil no recordar que el excandidato antichavista Henrique Capriles
Radonski comenzó su carrera política en el partido Copei, al igual que varios
de los dirigentes de su actual partido Primero Justicia. De igual forma,
resulta difícil no observar la similitud existente entre la actual derecha
venezolana y la ultraderecha (el fascismo) en varios momentos históricos, toda
vez que hoy la derecha se niega a reconocer la victoria electoral de la
izquierda y llama al desconocimiento de las instituciones. Pero además, resulta
difícil no recordar sus recientes actuaciones fascistas como el golpe de Estado
de 2002, sus marchas de las antorchas –marcha inventada por Hitler en la
Alemania nazi– o la reciente quema de sedes del PSUV, un partido de izquierda
tal como hicieran los fascistas en regímenes despóticos del pasado.
Hoy el fascismo en Venezuela
quiere una guerra civil. Así podrían justificar una intervención extrajera
contra nuestro pueblo, la cual buscan por medio de la incitación y la
provocación a la violencia. El llamado es al pueblo a defender a nuestra Patria,
pero, sobre todo, a no caer en la trampa de la violencia: cualquier escenario
de violencia a quien beneficia es a la derecha y a la ultraderecha. Nosotros,
la izquierda, somos gobierno, nadie más interesado que un gobierno en mantener
la paz y la gobernabilidad en una nación, sobre todo en un escenario como el
nuestro en el que se tiene a toda la prensa trasnacional en contra. Derrotemos
al fascismo, pero derrotémoslo por medio de la paz.
02/05/13.- CiudadCCS
ILUSTRACIÓN UNCAS
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